El pasado mes de abril ha sido un mes con mucho movimiento en el sector turístico. Por un lado porque se concretaron los mejores pronósticos de una Semana Santa, de la que hablaré a continuación, y porque el Gobierno puso fin a los Ertes por Covid, poniendo en marcha el Mecanismo RED.
El Mecanismo RED es, a grandes rasgos y con sus particularidades, una nueva forma de ERTE que está destinado en parte a un sector que lo ha pasado muy mal durante estos dos últimos años: Las Agencias de Viajes. Esta nueva iniciativa permitirá a las agencias que se acojan tener más tiempo para recuperarse y volver a los números de 2019 o bien, de lo contrario ganar también tiempo para adaptar su negocio para poder reincorporar a los trabajadores que aún sigan sin estar de alta de su jornada laboral habitual. Asimismo es una oportunidad para los trabajadores porque ofrece planes formativos para ampliar conocimientos en sus competencias habituales o para prepararse para otros puestos dentro del mismo sector o en otros. Sin duda ha sido en general muy bien recibido por las agencias de viaje pero, como es habitual, no siempre llueve a gusto de todos y es que hay empresas que se han quedado fuera de este beneficio y están ahora en peligro de desaparición.
Por ejemplo, aquellas empresas que se dedican a la intermediación de servicios turísticos pero que no son agencias de viaje ni están en ninguno de los epígrafes para los que se ha definido el Mecanismo RED, han tenido que dar de alta a los trabajadores para los cuales no tienen trabajo pues han bajado las ventas, la situación aunque con síntomas de mejora, aún no es la de 2019 y seguramente será diferente a la de entonces. Hay que ponerse en la piel de esos empresarios, a los que aún no le salen las cuentas ni de lejos, quienes rezan para poder aguantar estos “perezosos” meses de mayo (y mitad de junio) hasta el boom del verano, si es que llega… Porque si algo hemos aprendido estos últimos 2 años es que no se puede dar nada por sentado y más con lo que está ocurriendo en Ucrania y la bestial subida del IPC. No dejaremos a nadie sin ayuda, comentó el Gobierno durante la parte más dura de la pandemia. Pues bien, con esto pueden seguir cayendo empresas y, por tanto, puestos de trabajo, lo cual es todo lo contrario a lo prometido por el Gobierno. Desde aquí me gustaría transmitir mucho ánimo y fuerza para las empresas que se encuentren en esta situación, deseando que el Gobierno se plantee adaptar el Mecanismo RED para que, con ello, puedan seguir trabajando estas empresas muchos años más y, por tanto, manteniendo tantos puestos de trabajo, así como los impuestos y riqueza consiguiente.
El gran acontecimiento del pasado mes de abril fue la Semana Santa: Al fin un importante periodo vacacional se pudo celebrar sin restricciones y cumpliéndose los mejores pronósticos. Incluso, se estuvo cerca de las cifras turísticas del mismo periodo en 2019, e incluso en algunos casos los alcanzaron o los superaron. Esto ha sido un golpe de aire fresco que aporta un poco de tranquilidad a todo el turismo: por fin se ve la luz al final del túnel y se respira cierta normalidad.
La previsión turística para este verano en todo el país es inmejorable. Y esas mismas buenas sensaciones tenemos en nuestras Islas Canarias, y no sólo para el verano sino también para este invierno, pues recordemos que gracias a nuestro privilegiado clima aquí el turismo no se para en todo el año. Todos recordamos que los analistas económicos esperaban el famoso “efecto de botella de champagne” en el turismo una vez se pudiera viajar tras la pandemia. Lo más parecido a ello es lo que veremos y ya estamos viendo este año con la semana santa como ejemplo (obviamente si ningún agente externo se pone en medio…). Como la evolución de la pandemia ha sido tan desigual, con tantos parones, retrocesos y reactivaciones, la confianza para viajar ha ido aumentando poco a poco y, aunque a muchas empresas les cueste volver a pillar el ritmo frenético al que estábamos acostumbrados, la actividad turística se producirá sin muchas complicaciones rondando unos las cifras de 2019, o quienes menos, pudiendo pagar a los proveedores y tener al fin beneficios y empezar a respirar.
Lo que no tengo claro del todo es qué pasará en 2023 y mucho menos si tenemos en cuenta que hoy más que nunca jugar a predecir lo que pasará en la economía es como mirar el horóscopo. El IPC sube a niveles altísimos lo cual implica a todo, incluyendo los tres grandes pilares: electricidad, gasoil y alimentos. Este año la gente tiene muchas ganas de viajar y lo va a hacer sin mirar tanto el presupuesto. En 2023 tal vez la demanda baje, se disperse durante el año, puede que el viajero tenga un menor poder adquisitivo y se plantee reducir los días de estancia o realizar sólo pequeñas escapadas para, a la par poder romper con la rutina y cargar pilas y, por otro, no comprometer su economía.
En todo ello debe trabajar el sector turístico pues estamos viviendo tiempos muy convulsos, expuestos a muchos factores externos que están comprometiendo la estabilidad económica e incluso la paz. Y, como ya comenté en el artículo del mes anterior, sólo sobrevivirán las empresas que más y mejor se adapten a los cambios.
Oscar Miguel Zárate Perdomo
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