He sido político desde la transición democrática. Soy uno de los pocos sobrevivientes de la época en la que, junto con Adolfo Suárez, iniciamos en 1977 la transición de una dictadura a la democracia. A lo largo de mi carrera he ocupado diversos cargos, tanto en el Parlamento Nacional como en la presidencia del Parlamento de Canarias, la presidencia del Cabildo de Gran Canaria y, actualmente, como alcalde de la Villa de Santa Brígida.
Sin embargo, hay algo que me preocupa profundamente. Se ha perdido en la política española el espíritu de consenso que nos llevó a la concordia constitucional y a la creación de una España auténticamente democrática con la Constitución de 1978. Recuerdo cómo superamos el golpe de Estado de Tejero, un momento crítico que la sociedad española logró superar unida. También fue crucial para el futuro de nuestro país la integración de España en Europa en 1986. Pero estos logros se han visto empañados por los casos de corrupción, los chantajes y los insultos que hoy proliferan en el panorama político.
Desde la política local, he procurado mantenerme al margen de ciertas consideraciones de carácter más general para no interferir en las relaciones entre los grupos de gobierno. Por ejemplo, he estado en desacuerdo con la concesión de la Amnistía. Sin embargo, si esta hubiera servido para cerrar el conflicto político con Cataluña, podría haber sido aceptable. Desgraciadamente, no ha sido así.
Como canario, dos hechos recientes me preocupan profundamente. Primero, la no admisión de la iniciativa para tratar en el Parlamento la situación de los menores no acompañados en Canarias. Creo que esto exige una solidaridad por parte de toda España y Europa. Segundo, el posible acuerdo en Cataluña para que Salvador Illa sea presidente de la Generalitat. Este acuerdo supone, en mi opinión, una ruptura del consenso constitucional y una concesión a Cataluña de un concierto económico que perjudica a regiones como Canarias, que dependen de la solidaridad nacional. La financiación autonómica debe revisarse sin permitir que regiones contribuyentes como Cataluña, Madrid y Baleares se aparten de sus responsabilidades, ya que esto afecta negativamente a regiones receptoras como Canarias, la segunda región que más ayuda recibe del Fondo de Solidaridad Interterritorial.
Por otro lado, ha habido algunas buenas noticias, como la designación de Gran Canaria como sede del Mundial de Fútbol de 2030. Esta iniciativa, que fue idea inicialmente de Lucas Bravo de Laguna y yo defendí en el Cabildo de Gran Canaria, encontró reticencias por parte de los grupos de gobierno. Sin embargo, hoy todos reconocen la importancia económica y turística de este logro.
También me preocupa la turismofobia. En Gran Canaria dependemos en gran medida del turismo, que es nuestra mayor fuente de riqueza debido a nuestro clima extraordinario del que disfrutamos. Aunque la masificación turística puede tener consecuencias negativas, debemos recordar la importancia vital del turismo para nuestra economía y manejar esta cuestión con sumo cuidado.
Estas son algunas de mis preocupaciones como político y como canario. Creo que es mi deber compartirlas, ya que muchas personas me preguntan mi opinión y la expreso libremente.