Estamos en la era en la que todo lo enfocamos en las redes sociales. No hay nada que podamos resolver por nosotros mismos sin mirar el teléfono. Nos hemos vuelto una sociedad que piensa poco porque está a un click de la respuesta “correcta”. Dejamos en una tecla absolutamente todo, hasta la alimentación. Ya no preguntamos en la ventita del barrio que hay nuevo en las estanterías, que productos son frescos y cuáles no. Ponemos en manos de San Google o las redes sociales nuestra alimentación. Creemos en las recetas “mágicas” que nos incitan a comer cualquier cosa que supuestamente son lo mejor para nuestro organismo. Creamos falsas expectativas acerca de nuestra alimentación. No digo que algunas opiniones o reportajes no sean verdad, pero cómo saber cuáles sí y cuáles no.
Deberíamos tener en cuenta la sensatez y la desnudez de nuestro templo que es el cuerpo que nos acompaña. Es vital el razonamiento a la hora de alimentarnos, las dietas milagros no existen. Lo verdaderamente importante es crear una postura firme de lo que comemos, cómo y cuándo. Tenemos que volver a escuchar a nuestro cuerpo y no caer en falsas promesas.
“Tener tiempo para cocinar” es una frase que escucho con demasiada frecuencia. La humanidad busca tiempo para todo menos para tener una alimentación responsable. Reflexionemos acerca de esta frase. ¿Por qué hay tiempo para ver redes sociales y no para alimentar de manera responsable nuestro cuerpo? Será que la respuesta está en tanta sobrecarga de información que el cerebro está saturado y no logra diferenciar la ficción de la realidad.
Termino invitándoles a buscar un poco de tiempo para si mismos, un día sin móvil, modo avión. Les aseguro que se aburrirán tanto que buscarán la manera de poner el ce- rebro a trabajar en busca de sabores, olores, recuerdos en el paladar. De esta manera tan sencilla, haciendo esto una vez por semana empezarán a tener ese ansiado “ TIEMPO” para alimentarse más y mejor …