Entramos en 2025, y al recibir el amable mensaje de mi incansable Raquel, pieza de fundamental de Tribuna de Canarias, empecé a reflexionar sobre el valor que quería aportar, en mis letras, durante el transcurso de este año.
Si echo la vista atrás, creo que no cabe duda sobre mi proyecto para Canarias y su sector empresarial, sobre mi tenacidad en la defensa de los míos, y sobre mi claridad a la hora de plantear soluciones claras y concisas; no por ello, carentes de complejidad a la hora de ser aplicadas.
Por eso, me gustaría reinventar mi línea editorial, llevarla un paso más allá, y empezar a hacer pedagogía sobre cosas sencillas, pero a menudo, invisibles. Abrir debates o pensamientos que nos ayuden a conectar con la sociedad civil, con la gente de la calle, porque si algo me ha caracterizado en la media de todos estos años, es mi voluntad para alcanzar los mejores acuerdos.
Si has decidido seguir leyéndome, lo que viene te va a encantar, porque durante los próximos párrafos te voy a presentar a héroes silenciosos, armados de inmenso valor y a veces, injustamente invisibilizados. Cuando pensamos en el motor de la economía, solemos imaginar grandes multinacionales. Corporaciones que ocupan titulares y tienen presupuestos que parecen no tener límite. Pero detrás de cada economía robusta, hay un tejido de pequeñas y medianas empresas (PYMEs) que trabajan sin hacer ruido, pero cuyo impacto es inmenso.
Recuerdo un día cualquiera en mi ciudad, caminando hacia una reunión importante. Paro a tomar un café en una pequeña cafetería local. Mientras disfruto de aquella taza del elixir que me devuelve a la vida, veo cómo los dueños conversan con los clientes, recuerdan sus nombres, sus historias. No es solo un negocio; es un lugar que une a la comunidad. Y en ese momento me di cuenta de que las PYMEs no solo ofrecen productos o servicios: crean vínculos, generan empleo y dan vida a nuestras calles.
El motor silencioso de la economía.
En España, las PYMEs representan el 99% del tejido empresarial y generan más del 60% del empleo privado, según datos del Instituto Nacional de Estadística. Pero más allá de los números, su verdadero impacto se siente en lo cotidiano. Estas empresas están arraigadas en sus comunidades, responden a sus necesidades y, a menudo, son las primeras en adaptarse en tiempos de crisis.
Durante la pandemia, vimos ejemplos de PYMEs que reinventaron sus modelos de negocio para sobrevivir: restaurantes que pasaron al reparto a domicilio, pequeñas tiendas que se digitalizaron en tiempo récord y artesanos que encontraron en las redes sociales un escaparate para sus productos. Cada cambio, aunque pequeño, tuvo un impacto enorme en las vidas de las personas que dependían de ellas.
Historias que inspiran.
Al bailar por mis letras me viene a la cabeza esa empresa familiar que lleva generaciones produciendo pan en nuestras Islas, como mis compañeros de Zulay. No solo alimenta a su comunidad, sino que preserva una tradición y un oficio que podría perderse en un mundo cada vez más homogéneo.
O en esa startup que, con solo algunos empleados, desarrolla soluciones sostenibles para reducir el desperdicio alimentario, como la que ha creado mi compañero Javier Jiménez y su proyecto Effiwaste. No tiene grandes recursos, pero su impacto ecológico es mucho mayor que el de muchas grandes corporaciones.
Son estas historias las que muestran cómo lo pequeño puede ser poderoso. Porque detrás de cada PYME hay personas que ponen pasión, esfuerzo y creatividad para marcar una diferencia.
Lecciones del impacto invisible.
¿Qué podemos aprender de estas empresas? Aquí algunos puntos clave:
1. Adaptabilidad: Las PYMEs tienen la capacidad de moverse rápido, de reinventarse cuando es necesario, y eso es algo que incluso las grandes empresas pueden envidiar.
2. Conexión humana: No se trata solo de vender, sino de crear relaciones auténticas con los clientes y la comunidad. Esa es su verdadera ventaja competitiva.
3. Sostenibilidad: Muchas PYMEs, por su propia escala, son más sostenibles. Reducen desperdicios, apoyan el comercio local y promueven prácticas responsables.
4. Resiliencia: A pesar de los desafíos, estas empresas encuentran formas de seguir adelante, mostrando que el tamaño no define el impacto.
Hacer visible lo invisible.
Las PYMEs no suelen acaparar titulares, pero su impacto es profundo. En un mundo que a menudo celebra solo lo grande, es hora de reconocer y apoyar lo pequeño. Porque son estas empresas las que dan vida a nuestras ciudades, las que innovan desde la creatividad y las que, en última instancia, sostienen el futuro económico y social.
Quizás la próxima vez que tomes un café en una cafetería local o compres en una tienda de barrio, te detengas un momento a pensar en todo lo que hay detrás: personas, esfuerzo, sueños. Porque, aunque muchas veces no lo veamos, lo pequeño tiene un poder inmenso.
El impacto de estas empresas no es un eco lejano ni un susurro silencioso. Es el latido constante que mantiene en pie la economía. Es la fuerza que mueve al mundo desde las sombras. Es el impacto invisible.
