¿Cuál es el objetivo principal del Consejo Regulador de la Denominación de Origen de Vinos de Lanzarote?
El objetivo principal del Consejo es, por un lado, regular la producción de los vinos de Lanzarote. Es decir, que todos los vinos que están bajo la Denominación de Origen cumplan con el pliego de condiciones que marca el Consejo. Y, por otro lado, también hacemos un trabajo muy importante con los viticultores. Nos encargamos, por ejemplo, de ayudarles con la presentación y la tramitación de subvenciones. Muchos de nuestros viticultores son mayores, y la idea es que ninguno se quede atrás ni pierda esas ayudas que son tan necesarias para el cuidado de la viña. Entonces, desde el Consejo nos ocupamos de todo ese proceso, trabajando un poco como hormiguitas para que todo salga adelante.
¿Qué significa para un vino tener la contraetiqueta numerada del Consejo?
Yo creo que cuando un vino lleva el sello de calidad de Lanzarote, lo que garantiza es que quien lo prueba —ya sea un consumidor o en una bodega— se está encontrando con algo único y diferente. Ese vino ha pasado por un comité de cata, por un análisis organoléptico y también por un análisis químico. Todo ese proceso lo que asegura es que, al final, ese sello de garantía te dé la tranquilidad de que estás disfrutando de un vino propio de una región vitícola tan especial y distinta como es el viñedo de Lanzarote.
El Consejo se creó para certificar el origen y la calidad de los vinos. ¿Cómo es el proceso de control «exhaustivo» que realizan, desde la vendimia hasta el embotellado?
El Consejo Regulador lo que hace es asegurarse de que todo esté bien controlado. Primero, después de la vendimia, se revisa la cantidad de vino que tiene cada bodega. Luego, cada vez que una bodega quiere embotellar bajo la Denominación de Origen Lanzarote, se avisa a un técnico del Consejo.
Ese técnico va a la bodega, toma una muestra, precinta el depósito y ese vino pasa por un análisis químico y una cata. Si ambos resultados son positivos, el Consejo emite un documento que certifica que ese vino cumple con todas las normas. Y a partir de ahí, la bodega ya puede embotellarlo.
La transformación del Consejo en una Corporación de Derecho Público en 2008 fue un paso significativo. ¿Cómo impactó esta nueva estructura en su capacidad para representar y defender los intereses de los productores de vino de la isla?
Al final, este paso que dimos nos ha ayudado mucho porque ahora somos un ente público. Eso nos permite participar de manera más activa con otros organismos, ya sea en ferias, en viajes para dar a conocer los vinos en países donde todavía no se trabajan, o en acciones comerciales junto a otras entidades públicas. Y, además, como contaba antes, el hecho de ser un ente público nos facilita mucho todo lo relacionado con trámites administrativos, sobre todo para los viticultores.
¿Qué hace que el vino de Lanzarote sea único?
Normalmente todo el mundo dice que sus vinos son únicos, ¿no? Pero en nuestro caso creo que lo que realmente nos diferencia se resume en dos frases. La primera es que tenemos el viñedo de lo imposible: estamos en una región vitícola donde, en teoría, no debería haber vino. Sin embargo, gracias a unos sistemas de cultivo increíbles, muy adaptados a las condiciones tan duras que tenemos en Lanzarote, conseguimos sacarlo adelante.
Y la segunda es que somos líderes en improductividad. ¿Qué significa? Que producimos muy poco por parcela, y precisamente por eso la calidad es altísima. Incluso podríamos decir que cada parcela podría dar lugar a un vino distinto. Si juntas esas dos cosas, lo que tenemos no es solo algo único, sino algo especial. Son vinos con características organolépticas que muchas regiones del mundo no pueden ofrecer. Y creo que justamente eso es lo que ha hecho que los vinos de Lanzarote se posicionen cada vez más en una gama premium: producimos poco, pero lo poco que producimos tiene una calidad excepcional.
¿De qué manera las prácticas de cultivo únicas en la isla, como las «gerias», contribuyen a la sostenibilidad ambiental y a la gestión del agua en un entorno tan árido?
Al final, los sistemas de cultivo que tenemos en Lanzarote —las gerias, las hileras de Mazdache, las zanjas perimetrales de Tinajo o los chabocos en distintas zonas— llevan más de 300 años con nosotros. Y lo curioso es que, a pesar de ser tan antiguos, están perfectamente adaptados a algo tan actual como el cambio climático y la aridez que cada vez sufrimos más. En La Geria, por ejemplo, el 100 % del cultivo es en secano, sin riego alguno.
Lo que pasó es que nuestros antepasados tuvieron la resiliencia y la inteligencia de adaptarse a un medio hostil, y gracias a eso hoy disfrutamos de un paisaje único que, además, puede ser parte de la respuesta frente al cambio climático. En la isla tenemos cuatro sistemas de cultivo y todos funcionan prácticamente sin agua, solo con lo que cae del cielo.
Y si lo piensas, en pleno siglo XXI, cuando nadie puede negar ya el cambio climático, es impresionante que en Lanzarote tengamos sistemas como el de La Geria que siguen funcionando sin riego. Eso nos da muchas más posibilidades de futuro que otros sistemas que dependen totalmente del agua artificial.
¿Qué acciones hace el Consejo para que la gente de fuera de la isla conozca sus vinos?
Yo diría que el Consejo Regulador de Lanzarote es de los más activos dentro de Canarias. Desde noviembre, con la Semana de la Malvasía, hasta prácticamente julio, se organizan un montón de actividades para que tanto la gente local como los turistas puedan conocer y disfrutar de los vinos de la isla. Eso dentro de Lanzarote.
Y fuera también nos movemos bastante. Participamos en casi todas las ferias importantes del sector, como la Barcelona Wine Week, las de Ciudad Real, o en Madrid, con eventos como Madrid Fusión o Gourmets. La idea es no solo apoyar a las bodegas que van, sino también dar más visibilidad y acercar los vinos de Lanzarote a clientes y profesionales que quieran conocerlos en profundidad.
Cada vez hay menos
producción, pero lo
que hacemos tiene
una calidad altísima
De cara al futuro, ¿cuáles considera que son los mayores retos para la Denominación de Origen Vinos de Lanzarote, ya sea en términos de cambio climático, competencia en el mercado global o innovación en la producción?
Yo creo que ahora mismo tenemos tres grandes retos.
El primero es el reto generacional. Tenemos vinos, bodegas y elaboradores muy preparados, pero el gran problema es que cada vez hay menos gente que quiera trabajar la viña. Y es normal, porque son sistemas de cultivo muy duros y laboriosos, y eso pone en riesgo la continuidad de todo lo que se ha logrado.
El segundo reto es la adaptación al cambio climático. Somos una de las regiones que mejor preparadas están, porque llevamos siglos cultivando en condiciones extremas. Pero ahora el desafío es entender bien por qué y cómo podemos seguir mejorando para el futuro.
Y el tercer reto, que para mí es clave, es que los vinos de Lanzarote se sigan posicionando en un mercado más premium. Cada vez hay menos producción, pero lo que hacemos tiene una calidad altísima, y ese camino hacia vinos de gama superior es el que debemos seguir trabajando.

