Dámaso Abogados nació como un proyecto familiar en 1995 y hoy vive un momento de cambio con el nombramiento de su fundador, José Dámaso, como Magistrado de lo Social. ¿Cómo han vivido ustedes, como hijos y socios, esta nueva etapa del despacho?
JM: Es, ante todo, un orgullo. El acceso de nuestro padre a la magistratura a través del cuarto turno es el resultado de una carrera construida con esfuerzo, méritos y dedicación al Derecho. Lo vivimos como una evolución natural de su trayectoria y de los valores que nos transmitió: rigor, cercanía y compromiso con la justicia. Nuestro papel ahora es continuar ese camino con la misma integridad y vocación de servicio que siempre ha definido a Dámaso Abogados y Asesores.
MD: Más que un cambio, ha sido una transición que refuerza nuestra identidad. Nos sentimos responsables de continuar un proyecto que une tradición y modernidad. Esta nueva etapa supone renovar la confianza de nuestros clientes con un liderazgo compartido, más orientado a la innovación, la agilidad y la gestión eficiente. Crecemos, pero sin perder nuestra esencia.
¿Cómo se prepara una firma familiar para un relevo generacional de este tipo, especialmente cuando el fundador es una figura tan influyente en la historia y la cultura del despacho?
JM: Una transición así no se improvisa. Durante años compartimos dirección y decisiones con nuestro padre. Él nos formó no solo en lo jurídico, sino en la manera de entender la relación con el cliente y la ética profesional. El relevo ha sido una evolución planificada, fruto de una cultura que prioriza la continuidad y el trabajo conjunto. Más que un cambio, es la consolidación de una forma de ejercer el Derecho basada en el ejemplo y la coherencia.
MD: Lo preparamos desde dentro, integrando poco a poco nuestra visión y asumiendo responsabilidades reales. La estructura ya estaba orientada al trabajo colaborativo, lo que hizo el proceso natural. Lo vivimos como una transferencia de valores y liderazgo, no solo de funciones. Hoy continuamos el legado familiar con una gestión moderna y una mirada adaptada al mercado actual.
¿Qué aspectos del modelo original de Dámaso Abogados creen que siguen siendo su mayor fortaleza, y en cuáles han introducido cambios o mejoras para adaptarlo al presente?
JM: Nuestra fortaleza sigue siendo la relación directa con el cliente y el rigor técnico en cada asunto. Esa visión de la abogacía como servicio humano continúa siendo el pilar del despacho. Lo que hemos hecho es reforzarla con especialización, trabajo coordinado y formación constante. Respondemos a un entorno más complejo sin perder la vocación de servicio que siempre nos ha distinguido.
MD: El modelo original sigue vigente porque se apoyaba en valores sólidos: compromiso, profesionalidad y cercanía. Hemos añadido una gestión más moderna: digitalización de procesos, comunicación interna fluida y atención más ágil para empresas y particulares. Un despacho competitivo debe evolucionar sin perder su alma, y esa es nuestra meta.
¿Cómo ha influido la incorporación de nuevas generaciones y profesionales especializados en la evolución del despacho y su adaptación a los nuevos tiempos?
JM: Ha sido clave para crecer y adaptarnos. La diversidad de perfiles y especialidades nos permite ofrecer soluciones más completas y responder a un cliente más exigente y digital. Las nuevas generaciones han traído metodologías más colaborativas y ágiles. La combinación entre experiencia y nuevas perspectivas ha fortalecido nuestra capacidad de análisis y nuestra respuesta ante los retos jurídicos actuales.
MD: La llegada de nuevos profesionales ha supuesto una renovación cultural. Hemos integrado abogados jóvenes, expertos en distintas ramas y perfiles de gestión empresarial. Eso ha impulsado la transformación digital y la mejora continua. En Dámaso Abogados y Asesores creemos que el crecimiento real nace de sumar talento que comparta nuestros valores y aporte una mirada fresca al futuro del despacho.
Destacan valores como la confianza, la calidad y la cualificación. ¿Cómo se traducen estos principios en la práctica diaria dentro del despacho?
JM: La confianza se construye con transparencia y rigor. Cada cliente debe sentir que su caso importa y se trata con honestidad. La calidad se refleja en la preparación, la atención al detalle y la búsqueda de soluciones personalizadas. La cualificación se cultiva día a día, con formación continua y exigencia profesional. Son los principios que heredamos y que guían cada decisión.
MD: Estos valores son el núcleo de nuestra gestión. La confianza se mantiene con comunicación fluida y resultados; la calidad, revisando cada proceso para mejorar; y la cualificación, invirtiendo en tecnología y desarrollo del equipo. En nuestro despacho no hay fórmulas mágicas: si trabajas con compromiso y rigor, la confianza llega sola.
“La tecnología es
útil, pero la empatía
y la disponibilidad
siguen siendo
insustituibles. Esa
atención cercana
es lo que nos
diferencia en un
sector
cada vez más
impersonal”
La cercanía con el cliente parece ser un pilar fundamental. ¿Cómo logran mantener esa atención personalizada en una firma que sigue creciendo y diversificando sus servicios?
JM: Aunque el despacho haya crecido, mantenemos un trato directo y accesible. Cada cliente tiene un interlocutor y un seguimiento real. La confianza nace de escuchar, de explicar con claridad y de estar disponibles. Nuestro objetivo es que quien acude a nuestro despacho sienta acompañamiento, no solo asesoramiento.
MD: El crecimiento debe acercarte, no alejarte. Hemos reforzado la atención personalizada con canales digitales y sistemas que agilizan la comunicación,
pero sin sustituir el contacto humano. La tecnología es útil, pero la empatía y la disponibilidad siguen siendo insustituibles. Esa atención cercana es lo que
nos diferencia en un sector cada vez más impersonal.
¿Cómo equilibran el enfoque humano del derecho con la necesidad de incorporar herramientas tecnológicas cada vez más presentes en el ejercicio profesional?
JM: El Derecho sigue siendo una profesión de personas. La tecnología nos ayuda a ser más eficientes, pero no puede reemplazar el juicio, la empatía ni la escucha. En nuestro día a día usamos herramientas digitales para optimizar procesos, pero el trato con el cliente sigue siendo el centro. La tecnología es un medio, no un sustituto de la confianza.
MD: El equilibrio está en usar la innovación para potenciar lo humano. Hemos
digitalizado expedientes y mejorado la comunicación interna, lo que nos permite dedicar más tiempo a lo importante: analizar, pensar y acompañar. La rapidez es útil, pero la cercanía sigue marcando la diferencia.
¿Qué nuevos retos identifican para el ejercicio del derecho en Canarias y cómo se están preparando para afrontarlos?
JM: Uno de los grandes retos es no perder la esencia del asesor de confianza. En un entorno competitivo y tecnificado, el cliente busca criterio, no solo respuestas automáticas. Nuestra profesión tiene un componente humano que no puede diluirse. En Dámaso Abogados y Asesores apostamos por unir especialización y digitalización con ese trato personal que da sentido a la abogacía.
MD: Coincido. Hoy la inmediatez y la competencia han llevado a muchos despachos a despersonalizar el servicio. Nosotros defendemos justo lo contrario: abogados que acompañan, que comprenden el contexto del cliente. El futuro del Derecho pasa por equilibrar tecnología y humanidad. Modernizar no es perder el alma del despacho, es adaptarla a nuevos tiempos.

