Este mes de noviembre se han cumplido los 50 años de la muerte del dictador Franco y eso me ha servido de inspiración para recordar, a aquellos que vivieron en la dictadura y enseñar a los que ya nacimos en democracia, el por
qué comenzó el golpe de Estado contra la República en nuestro Archipiélago.
Cuando Francisco Franco fue destinado a Canarias en marzo de 1936, la decisión se interpretó como un intento del Gobierno de la República por alejar a un general incómodo de los principales centros de poder peninsulares. Sin embargo, lo que a primera vista parecía un confinamiento estratégico terminó convirtiéndose en una ventaja crítica para el general y para los conspiradores. El archipiélago, por su peculiar arquitectura económica y su situación geográfica, ofrecía un espacio operativo excepcionalmente favorable para preparar un levantamiento militar. En un contexto nacional marcado por los controles de capital, las restricciones presupuestarias y la intensa vigilancia sobre los puertos del territorio peninsular, Canarias actuaba como una zona económica abierta al exterior, donde el flujo de mercancías y de moneda extranjera era mucho más difícil de rastrear y de controlar por parte de las autoridades republicanas.
El estatus de puerto franco —vigente desde finales del siglo XIX— convertía a los puertos de Las Palmas y Santa Cruz en enclaves singulares dentro del territorio español. Las exenciones arancelarias, la libertad de comercio exterior y la presencia constante de navieras británicas, alemanas y neerlandesas creaban un ecosistema económico propio. Allí circulaban libras esterlinas y dólares con una normalidad impensable en la España peninsular, y los intercambios financieros vinculados al tráfico marítimo generaban una liquidez internacional que no estaba sometida a los mismos controles estatales. Esta disponibilidad de divisas no sólo facilitaba operaciones logísticas, sino que permitía financiar acciones sensibles —pagos, aprovisionamientos, servicios de intermediación— sin dejar una marcada huella administrativa. Para un movimiento conspirativo que precisaba discreción y rapidez, la estructura económica de Canarias constituía un aliado natural.
La relevancia estratégica del archipiélago iba más allá de las ventajas económicas. Su distancia geográfica de Madrid proporcionaba a Franco un margen de maniobra político mucho mayor que el que habría tenido en cualquier destino peninsular. En Canarias, la vigilancia sobre sus movimientos era menor, las comunicaciones podían gestionarse con relativa autonomía y existía una guarnición militar más homogénea en lo ideológico, donde la resistencia al golpe era previsible y controlable. La cadena de mando estaba bien consolidada y la presencia de grupos civiles organizados capaces de oponerse de forma inmediata era significativamente inferior a la de los grandes núcleos urbanos de la Península. Este equilibrio institucional
permitía asegurar el territorio rápidamente, consolidando un primer bastión del levantamiento sin excesivos costes operativos.
La posición del archipiélago como puente hacia el norte de África reforzaba aún más su valor estratégico. El objetivo real del golpe residía en activar al Ejército de África, la fuerza más profesionalizada y decisiva con la que contaban los sublevados. Desde Canarias, Franco podía coordinar con Marruecos de manera más ágil, enviar instrucciones y preparar su traslado físico sin la exposición que implicaría operar desde un puerto peninsular sometido a mayor control gubernamental. La salida del Dragon Rapide desde el aeródromo de Gando simboliza esa ventaja geoestratégica: el archipiélago funcionó como plataforma de enlace entre la conspiración peninsular y el músculo militar africano, que estaba llamado a convertirse en el eje táctico del levantamiento.
Por todo ello, la elección de Canarias como punto inicial del golpe no fue ni casual ni meramente circunstancial. Fue una consecuencia directa de la combinación entre un entorno económico flexible —prácticamente una economía abierta dentro de un país en proceso de cierre financiero—, una geografía estratégica que ofrecía aislamiento político, y una capacidad operativa para conectar con los focos verdaderamente decisivos del levantamiento. El archipiélago proporcionó a Franco algo que escaseaba en la España del momento: libertad de acción, disponibilidad de divisas y capacidad de movimiento. Comprender la importancia de estos factores es esencial para entender no solo por qué el golpe se inició allí, sino cómo logró transformarse rápidamente en un conflicto armado de alcance nacional.









