El 23 de julio la sorpresa fue mayúscula. Aquellos que nos sentábamos para disfrutar de la noche electoral desde el primer momento ya intuíamos los resultados que muchos vaticinaban no iban a hacerse realidad. Prácticamente nadie acertó. Sorpresas de un lado y de otro. Pero periodística y sociológicamente, toda una maravilla.
Manual de resistencia. Nada podría resumir mejor la trayectoria política de Pedro Sánchez y, una vez más, vuelve a hacerlo. El 28M dejaba un PSOE más debilitado que nunca, tanto es así que el 29 de mayo, el presidente decide convocar elecciones generales. Habiendo perdido muchas comunidades y ayuntamientos que eran considerados feudos del PSOE desde hace mucho tiempo, el partido quedaba herido y la figura de la líder más debilitada que nunca. Hace un mes ya lancé la pregunta: ¿convocaba elecciones por responsabilidad política o por estrategia? Creo que, si algo ha quedado claro es que es uno de los políticos más estrategas que ha tenido este país, por tanto, la respuesta puede ser clara.
A partir de ahí, miles de voces clamaban anticipadamente la victoria del Partido Popular. No fueron pocas las voces socialistas que, abatidas, también se resignaban en esa idea.
Sin embargo, ese domingo, llegó la sorpresa. Y el análisis requiere de profundidad, porque es sumamente complejo. Es más que evidente que el PP ganó las elecciones, de eso no hay duda. Como tampoco la hay del tremendo crecimiento que han experimentado respecto de las últimas elecciones. Sin embargo, la decepción viene del número de diputados.
Ellos contaban, como mínimo con 150, incluso se hablaba de 160. Se daba por hecho. Y nada más lejos de la realidad. Además, el posible pacto con VOX (de lo que ya hablaremos), no era factible.
En el otro lado, el PSOE no solo no perdía diputados, sino que sumaba dos. A su izquierda, Yolanda Díazresistía e irrumpía con 31 escaños. Cabe recordar que SUMAR era un partido que no estaba compuesto como ahora en el momento de la convocatoria de elecciones, por lo tanto, desde un análisis objetivo, me parece un resultado digno. No es posible comparar los resultados a los de Podemos en 2019, y menos con una izquierda que, lejos de permanecer unida, se fragmentaba en varios partidos. Vox, cae. Tuvieron presencia por primera vez en muchos parlamentos regionales y ayuntamientos, pero a nivel nacional se desinflan por completo.
Entonces, ¿qué ha sucedido? Tras muchos días de conversaciones con distintas personas afines a unos y a otros bandos yo me he construido una opinión. La primera pieza de este puzle, para mí, empieza con la soberbia. El Partido Popular se veía como claro ganador, lo daban por hecho y, amigos míos, estos últimos años si algo nos han enseñado es a no dar nada por sentado. Cuando te ves ganador, no sales con la misma garra al partido porque crees que lo tienes ganado, lo que te puede llevar a tomar decisiones erróneas, como lo fue el no sentarse con el resto de principales líderes en el debate de la televisión española. Estrategia política, lo sé, pero el pueblo lo interpreta como soberbia o incapacidad de debatir.
La siguiente pieza de mi puzle es el acercamiento a VOX. Una persona de centro izquierda puede prestar un voto al Partido Popular si siente estancamiento político, o si está enfadada con la gestión del PSOE, pero nunca pasará por dar un voto al PP si este va a pactar con VOX. Porque la ciudadanía puede apretarse el bolsillo unos años si es necesario, pero no va a retroceder en derechos sociales ya conquistados. Y del pacto PP-VOX se hablaba como algo hecho. De esta manera, el voto ni se prestó ni se regaló todo lo que estimaban. Porque España no quiere volver atrás socialmente, porque todos los ciudadanos quieren ser iguales. Y hay líneas rojas.
¿Le habría ido mejor al Partido Popular si hubiera asegurado, con rotundidad, que no pactaría con VOX? Yo creo que sí, pero hay opiniones para todos los gustos. Era una apuesta valiente eliminar la variante de ese pacto, tal vez demasiado valiente.
Si hablamos del líder socialista, no sabría muy bien qué decir. Lo hemos “dado por muerto” tantas veces, y ha resucitado otras tantas, que este análisis se lo dejo a algún experto en la materia. Sin duda, un superviviente.
El resultado de estas elecciones nos deja una representación de la sociedad española. Una sociedad muy dispar, con muchas tendencias diferentes. Polarizada y dividida. Heterogéna. Tal vez producto de una democracia madura y un contexto social muy cambiante los últimos años. Pero también nos dejan un posible bloqueo político si nadie da su brazo a torcer, un bloqueo que nos llevaría a una nueva convocatoria de elecciones antes de que acabe este 2023. Y es una pena, porque hay un posible pacto del que nadie habla: Partido Socialista Obrero Español y Partido Popular. Los números dan, lo que no da es la concordia. Feijóo y Sánchez podrían pasar a la historia como los líderes de los dos principales partidos políticos que lograron negociar y ponerse de acuerdo por el bien de España. Por arriba del poder. Por arriba de las ambiciones. Por primera vez. Pero eso es una utopía en este país.
Montserrat Hernández
Directora de Tribuna de Canarias