02/05/2024

Año nuevo, vida nueva y podcast como medio de comunicación
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no de los múltiples podcast que escucho: «Organiza tu proyecto», por Javier Delgado Donoso, en una de las entrevistas a un ingeniero, éste explica cómo proyecta su año sobre estas fechas.

El relato de la minuciosa preparación me llamó tanto la atención que este año me decidí a intentar establecer esas listas de cosas, de objetivos, con su planificación de tiempo y hasta su memoria económica. Todavía no empecé, pero mi punto número uno en la lista es hacer una planificación.

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Este ingeniero entrevistado, Jaime Rodríguez de Santiago, también presentador de su propio podcast, Kaizen, y colabora en un curioso e interesante universo intelectualizado donde se entrelazan podcast y youtubers filosófico-científicos, que me tienen enganchado, nos viene a explicar que planifica su tiempo personal fuera del trabajo. Incluso en su agenda se reserva unas horas para él mismo y su familia.

Escribió Virgilio: «Sed fugit interea, fugit irreparabile tempus», «Pero huye entre tanto, huye irreparablemente el tiempo». Tempus fugit. Esta horrible sensación de que pasa el tiempo, irreparable, inexorable, es la que yo tengo en las fechas navideñas, en el cambio de año. Horacio, que nació para ser español, no me cabe duda, avanzó hacia ese concepto tan nuestro: «Tempus fugit, carpe diem».

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Este año tan movido en el mundo del derecho ha provocado tanto en mi como en muchos compañeros, una sensación de estar desbordados constantemente. Cuando yo empecé, teníamos las notificaciones traídas por el procurador en persona, a diario, junto con los faxes que empezaban a sonar a media tarde. El mail no había ni empezado, el conocimiento jurisprudencial había saltado de los libros a los Cds y los más modernos teníamos DVD con la información de sentencias. Hoy en día, la información es tan rápida que apenas tenemos tiempo para procesarla.

El tiempo pasa. Si cierro los ojos puedo entrar en el despacho en el que empecé a trabajar hace ya veintipicos años, una vida. Despacho que visito cada vez que vuelvo a Galicia para mostrar el debido respeto a quienes me introdujeron en la profesión y con quienes hablo un par de veces al año.

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Pero hay que mirar al futuro. Al 2024. Un año que se aventura muy complejo, por muchos motivos. No vamos a mencionar hoy la cuestión de la inestabilidad política, el más que probable empeoramiento de la situación económica, la nueva regulación de la ley de vivienda vacacional en Canarias que es un elemento nuevo en la mayor fuente de negocios de nuestras islas.

Mientras que en diciembre todos hacemos un resumen del año. De nuestros objetivos, logros, derrotas. En enero todo son proyectos, ilusiones, esperanzas. Año nuevo, vida nueva.

¿Qué proyectos tenemos para el 2024? En mi caso, tengo varios proyectos que en diciembre parecían un imposible pero que viendo el 2024 me generan ilusión. El primero una web jurídica de información y, a su vez, captación de clientes. Es el futuro a medio plazo del despacho de abogados mediano. Unión entre abogados a través de plataformas jurídicas para dar un servicio en toda España. Espero no equivocarme cuando afirmo que es el futuro de la profesión de los despachos pequeños y medianos. Ya muy poca gente, el cliente particular que tiene uno o dos problemas a lo largo de su vida, quiere una reunión presencial. Cualquier autónomo o empresa, prefiere mail y videoconferencias.

Otro proyecto es un podcast jurídico de entrevistas. Este año he cambiado la radio y la televisión por los podcasts. Podría vivir sin encender una televisión generalista. La expresión o canción “video killed the radio star.” Estamos en una doble transición de la televisión hacia al youtuber y al podcaster. Mi hijo no consume televisión. Consume vídeos de youtube que los algoritmos le seleccionan por sus gustos, búsquedas y tendencias. Yo no consumo televisión, veo series y películas en plataformas digitales, consumo youtubers de entrevistas seleccio- nadas y descargo podcast para escucharlos en el coche.

Mucha gente de mi entorno está haciendo lo mismo. Es un cambio lento pero constante.

Otra realidad que nos desbordará es la inteligencia artificial (IA). La mayoría no tenemos muy claro cómo será desarrollada, qué nuevas situaciones traerá, qué nuevos derechos y obligaciones -ya la Unión Europea ha lanzado un proyecto de regulación de algo que ni siquiera sabe en qué consiste-. Hasta el momento sabemos que hay plataformas que metes datos y te sacan fotos tipo Pixar de lugares, países o personas.

La predicción de la IA cambiará el mundo como en su día nos lo cambió internet. Recuerdo una entrevista que se le hizo a David Bowie en 1999, en la cual, con una visión al alcance de muy pocos, aventuró que internet cambiaría el mundo. No sabía a través de qué forma, qué herramientas, qué cosas podríamos llegar a hacer pero que nos iba a cambiar la vida al igual que la revolución industrial cambió el mundo; el descubrimiento de los antibióticos cambió la salud mundial o la luz cambió nuestras formas de vida.

Sabemos que hay peligros que nos acechan como estafas a través de videos y llamadas en las que no podemos distinguir qué es verdad de qué es mentira. Suplantaciones de personalidad porque el mal siempre va por delante del bien.

Alguno de estos podcasters tiene una técnica para proyectar el año. Escribe, redacta sus objetivos, como si fuera un cuadro de mandos, y los revisa de modo trimestral: proyectos de trabajo, libros que leer, películas que ver, tiempo en familia que pasar, tiempo para él mismo, viajes.

Cada final de año, diciembre los revisa para ver que porcentajes el éxito en sus objetivos ha alcanzado. Hay que ser ambicioso pero realista. Por eso no se puede hacer este ejercicio personal de autocontrol en diciembre sino siempre en enero.

Porque un año nuevo es una vida nueva y a nosotros nos queda todo el 2024 para disfrutarlo y sufrirlo. Seguramente por partes iguales. Así que, ¡Feliz año 2024 y que os sea leve!

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