04/12/2024

Canarias, ¿nuestras particulares islas de las tentaciones?
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Muchos podrían pensar que las Islas Canarias, por su especial clima, sus condiciones afortunadas, su orografía extraordinaria, podrían invitar a la tentación per se. Sin embargo, y pese a todo lo anterior, no son esas las razones por las cuales el Archipiélago lidera la cifra de divorcios de todo el país. Según las estadísticas publicadas por […]

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Carmen Pérez

Muchos podrían pensar que las Islas Canarias, por su especial clima, sus condiciones afortunadas, su orografía extraordinaria, podrían invitar a la tentación per se. Sin embargo, y pese a todo lo anterior, no son esas las razones por las cuales el Archipiélago lidera la cifra de divorcios de todo el país.

Según las estadísticas publicadas por el Consejo General del Poder Judicial, el año pasado termina con la cifra de 54 demandas por cada 100.000 habitantes, mientras que en el resto del país, la media no supera las 40.

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A lo anterior hay que añadir que, justo tras la pandemia, la Comunidad Autónoma lideró el ranking de matrimonios disueltos con un 72%. Desde entonces, no ha abandonado ese primer puesto. Como dato curioso, hay que señalar que hay más rupturas en Tenerife que en Las Palmas.

Los motivos principales por los que “se termina el amor” no obedecen a cuestiones jurídicas; Canarias está sometida al mismo régimen común de todo el territorio español, por lo que, para acceder a un divorcio, no es necesario alegar causa o justificación que fundamente el fin de esa relación. Nuestro Código Civil no es causal, sino el único requisito que pone el legislador es llevar casado más de tres meses. Nadie puede oponerse o negarle a su cónyuge el divorcio. Dicho esto, recientemente se han publicado las conclusiones del Observatorio de la Asociación Española de Abogados de Familia sobre las razones fundamentales por las que los españoles se divorcian. Estas, por orden, son:

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1.- El desgaste en la crianza de los hijos: la sociedad ha cambiado y, con ella, la organización familiar. La educación conlleva grandes desafíos y responsabilidades para los que no siempre estamos preparados ni contamos con el tiempo preciso, lo que genera estrés, incomprensión, tensión en el ámbito familiar. A ello se suman diferentes modelos, tendencias, corrientes educativas que requieren de mucho diálogo y ajustes, no siempre asumibles por la pareja. Con todo, no es de extrañar que las demandas de divorcio aumenten tras los períodos vacacionales, especialmente en el mes de septiembre.

2.- El desamor: Clara-MENTE, la inclusión de la tecnología en nuestras vidas ha irrumpido con fuerza, cambiando nuestras rutinas y facilitando el encuentro, también online. Y quien habla de encuentro, también lo hace de desencuentro, pues el amor exige tiempo, cuidado, atención, mimo. Un acuer- do de atención constante y trabajo diario que no siempre podemos o sabemos asumir.

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3.- Las cuestiones económicas: los estragos de la pandemia y numerosos condicionantes generan un clima de extrema tensión. Ya lo dice el dicho popular: “Cuando el dinero no entra por la puerta, el amor salta por la ventana”. Y así es, en una Comunidad Autónoma donde hemos llegado a tener un índice de paro del 20,30%, resulta sencillo comprender hasta qué punto puede afectar. Con todo, las estadísticas confirman que más del 60% de los matrimonios termina en divorcio, por lo que, más allá de creer o no en el amor para toda la vida, conviene un asesoramiento legal previo al “contrato” del mismo, pues este va a repercutir en la esfera más personal y patrimonial y será uno de los más importantes que se firmen a lo largo de la vida.

Pese a todo, a la hora de plantearse “¿el anillo pa ́cuándo?”, conviene recordar que un matrimonio tiene derechos que no contemplan a la pareja de hecho. Después, podemos aferrarnos a la literatura, y recordar las palabras de Richard Bach al afirmar que “Las verdaderas historias de amor no tienen final”. Quizá por esos suspiros del corazón, aún sigue habiendo enlaces matrimoniales, con el anhelo pasional de que, por fin, sean para toda la vida.

Un equilibrio entre cabeza y corazón se muestra como la mejor combinación antes de tomar cualquier decisión. Y es que, quizá, pensar con amor y amar con sabiduría podría ser el secreto del éxito de cualquier relación. Al fin, ya no esperamos príncipes azules ni queremos ser princesas rescatadas. El cuento ha cambiado y el relato ha variado: “Y colorín colorado, en Canarias me he quedado”…

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