Cuando uno recorre nuestras islas, se encuentra con un paisaje que es al mismo tiempo belleza y contradicción. Vemos playas reconocidas en todo el mundo, pero también polígonos industriales que dan vida a barrios enteros. Vemos hoteles llenos de turistas, pero también talleres, fábricas, pequeños negocios familiares que sostienen miles de empleos.
Y entonces surge la pregunta: ¿tiene futuro Canarias?
Algunos dirán que vivimos demasiado del turismo, que somos frágiles frente a las crisis internacionales. Otros insistirán en que la lejanía es un obstáculo que nos condena a depender de lo que viene de fuera. Yo pienso lo contrario: Canarias sí tiene futuro, y ese futuro está mucho más cerca de lo que imaginamos.
Pero no se construye solo con el sol y las playas. Se construye con la capacidad de valorar lo nuestro, de apostar por nuestras empresas y nuestros trabajadores, de defender lo que se elabora aquí con esfuerzo y talento.
La industria: ese motor que a menudo no se ve
En las conversaciones cotidianas solemos hablar del turismo como si fuera lo único que sostiene a Canarias. Y es lógico: aporta más del 35% del PIB y es fuente de miles de empleos. Pero hay un dato que pocas veces aparece en los titulares: la industria canaria aporta un 7,5% del PIB y más de 30.000 empleos directos.
Ese porcentaje puede parecer pequeño, pero detrás hay un impacto mucho mayor: logística, distribución, transporte, servicios auxiliares, proveedores de materias primas, talleres, comercios. La industria no es un sector aislado, es una red que conecta territorios y familias.
Cuando hablamos de industria, no hablamos de chimeneas del siglo pasado. Hablamos de empresas modernas que producen alimentos, bebidas, medicamentos, productos de higiene, materiales de construcción, textiles, envases reciclables, ….. Hablamos de empresas que invierten en tecnología, que digitalizan procesos, que crean empleo estable.
Comprar productos elaborados en Canarias: un acto de futuro Podría parecer exagerado, pero cada vez que hacemos la compra en un supermercado, decidimos qué modelo de Canarias queremos.
Si elegimos un producto importado porque puede ser unos céntimos más barato, el dinero se va fuera y no vuelve. Pero si elegimos un Producto Elaborado en Canarias, ese euro se multiplica: paga el salario de un trabajador, mantiene la línea de producción de una fábrica, financia impuestos que sostienen nuestra sanidad y educación, permite nuevas inversiones en innovación. Comprar elaborado en Canarias es mucho más que un gesto de orgullo local: es una estrategia de futuro.
La pandemia de la COVID-19 fue una experiencia dura que todavía sentimos. El turismo se paralizó casi de la noche a la mañana, y miles de familias sufrieron la incertidumbre.
Pero hubo un sector que no se detuvo: la industria. Mientras el mundo se cerraba, las fábricas canarias siguieron produciendo alimentos, medicamentos, productos de higiene, envases, materiales básicos. En medio del miedo y la incertidumbre, nuestros trabajadores industriales siguieron acudiendo a sus puestos para que no faltara lo esencial en los hogares.
Aquello nos enseñó algo valioso: una economía diversificada resiste mejor las crisis. No podemos depender solo de un sector que, por muy importante que sea, está expuesto a factores que no controlamos. Necesitamos industria, porque es la que nos da estabilidad en tiempos de incertidumbre. Europa lo sabe y por eso insiste en la “autonomía estratégica” de las regiones ultraperiféricas. Canarias debe asumir ese mensaje y reforzar su tejido productivo.
Cuando algunos escuchan la palabra “industria” piensan en humo y contaminación. Pero la realidad en Canarias es muy distinta: la industria canaria ha apostado por la sostenibilidad y la innovación como señas de identidad.
Además, por nuestra insularidad y condiciones climáticas, Canarias puede convertirse en un laboratorio mundial de sostenibilidad industrial: proyectos de economía circular, eficiencia energética, energías renovables, reciclaje avanzado.
La industria no es parte del problema, es parte de la solución al reto climático. Para que la industria canaria sea competitiva, necesitamos un marco normativo justo.
El REF y el AIEM no son privilegios, son herramientas de supervivencia. Nos permiten compensar la lejanía, los costes del transporte y la insularidad. Sin ellos, muchas fábricas tendrían que cerrar porque competir contra productos importados a bajo coste sería imposible.
Además, los programas europeos (POSEI, FEDER, Horizonte Europa) son oportunidades para modernizar procesos, invertir en innovación y conectar con otros mercados.
La compra pública responsable y el incremento de la participación de los Productos Elaborados en Canarias, en las licitaciones púbicas es absolutamente vital. Si colegios, hospitales, hoteles y administraciones consumen productos elaborados aquí, el impacto es inmediato.
La campaña “Elaborado en Canarias” ha sido un éxito, pero necesitamos dar un paso más. No se trata solo de poner un sello en los envases, sino de construir una cultura de consumo responsable. Pero como podemos hacerlo: Llegando a los jóvenes con campañas en redes sociales, Mostrando a los turistas el valor de consumir productos locales, Introduciendo estos mensajes en la educación, desde primaria hasta la universidad, Promoviendo experiencias: imaginemos que cada visitante recibe un pack de bienvenida con productos locales; no solo disfruta, también se convierte en embajador de nuestra industria.
Consumir elaborado en Canarias debe ser tan natural como cuidar nuestro medio ambiente o apoyar a nuestros deportistas.
No todo es sencillo. La industria afronta retos importantes, Costes energéticos más altos, Logística complicada por la insularidad y doble insularidad, Escasez de suelo industrial bien planificado, Competencia desleal de importaciones a bajo coste, …..
Pero las oportunidades son aún mayores: Liderar en energías renovables y sostenibilidad, Digitalizar procesos productivos para ganar eficiencia, Exportar selectivamente a África y América Latina, Especializarnos en nichos de alto valor añadido, como la biotecnología marina o los alimentos funcionales. Si unimos fuerzas, la industria puede convertirse en el motor de la Canarias del futuro.
Canarias sí tiene futuro. Pero no lo encontraremos esperando que venga de fuera. Lo encontraremos en nuestra gente, en nuestras empresas, en la capacidad de consumir lo que se hace aquí, en el esfuerzo diario de quienes levantan fábricas, talleres y negocios.
Cada producto elaborado en Canarias no es solo un bien de consumo: es un acto de compromiso con nuestra tierra, con nuestras familias, con nuestra identidad.
Por eso, cuando alguien me pregunta si Canarias tiene futuro, no dudo en responder: sí, y ese futuro se construye apostando por lo nuestro, comprando lo nuestro y defendiendo lo nuestro y sé que entre todos trabajando juntos, lo conseguiremos.