12/05/2024

Como un Superhéroe de cómic
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Acaban las fiestas navideñas, y yo me siento a escribir estas letras aún con resaca emocional. Un batiburrillo de acciones inconexas ha hecho que mi Navidad haya sido un verdadero ciclón que me ha tenido al borde del infarto de miocardio.

Ha muerto mi padre y esto me ha puesto muy triste, aunque si les soy sincero, también he tenido la oportunidad de vivir pequeños instantes rodeados de un cariño extremo. He aprendido lo importante que es vivir lo mejor que se puede y, por ello, a pesar de mi pérdida, podría decir que he decidido saborear cada instante de la vida sin fastidiar a nadie, por lo menos no de manera consciente, y disfrutando de las cosas que me hacen un poquito más feliz.

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Una de esas cosas felices a las que me refiero, es mi forma de interpretar la vida, con un toque de colores, que no siempre se comprende. Mi pequeño universo mental, que he introducido con transparencia en todas las áreas de mi mundo, también el empresarial, me convierten en un tío raro, que dice lo que piensa, sin miedo a que le juzguen, y para que conste, lo hago, en muchas ocasiones, a través de mis artículos para este medio económico. Supongo que la vida es un rato, y que uno escribe desde la autenticidad y transparencia que considera, y la mía es infinita.

Menudo preámbulo para decirles que, en este artículo, me voy a reafirmar en mi modelo de vivir. Para contarles que escribo sobre mis mierdas porque no tengo nada que esconder y que, cada uno que piense lo que quiera, al final de todo entenderán lo que les digo.

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Diferentes puntos de vista.

Siempre lo cuento, llevo años trabajando en el área del desarrollo personal por autoconsumo. Cuando uno quiere mejorar de manera constante, como creo que hago yo, y se responsabiliza de su bienestar, comienza una aventura apasionante que a todo el mundo le recomiendo y, tras muchos años en estas cosas, me he dado cuenta de que siempre existe un punto de vista que puede distar del tuyo.

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El año pasado, y de manera inesperada para mí, tuve un encontronazo con alguien a quien consideraba amigo.

Él me llamaba disgustado por una gestión que yo había hecho y que, sin duda, no llevaba ninguna carga negativa en su contra. Hasta aquí todo correcto.

Haciendo uso de mi inteligencia emocional, me puse en su lugar, es algo que te recomiendo si quieres solucionar un conflicto creado o inesperado. Lo hice porque entendía que existía un cariño, pero para mi sorpresa, tras meses de intentar resolver el asunto, la negativa a tener una mera conversación ha hecho que la cuestión se haya cronificado hasta tal punto que, por primera vez empiezo a considerar que no hay solución.

En las relaciones humanas saludables, no hay razones, hay hechos con un contexto que generan diferentes puntos de vista, y la pregunta que hoy me hago es si, cuando dos personas se tienen cariño, no sería conveniente poder expresarlos con naturalidad.

Malditos humanos.

En mis formaciones de resolución de conflictos, me gusta reflexionar sobre la fragilidad del ser humano ante cualquier situación en la que, más allá de la objetividad, existe un instinto primario que les lleva a valorar su éxito en una medida bastante rancia, la medida de ganar o perder.

Un estudio realizado por una prestigiosa universidad americana daba cien dólares a una persona que debía compartir parte de ese dinero con otra persona. La cantidad la elegía la persona que recibía inicialmente los cien dólares. Lo que no sabía es que si la otra persona no aceptaba la cantidad que quería compartir, ambos perdían el dinero.

Todas aquellas personas a las que se les ofrecía menos de veinte dólares no aceptaban el dinero porque les parecía una cantidad injusta en comparación al total.

Seguro que, si estás leyéndome, tú también podrías pensarlo porque ese sentimiento binario de ganar o perder, ese sentimiento de injusticia, lo tenemos todos, ahora bien … te cuento la segunda parte del experimento.

Resulta que, ante la misma situación, en vez de darle los cien dólares a una persona para que compartiese lo que considerase, se lo dieron a un ordenador para que, a través de la inteligencia artificial, compartiese lo que considerase con el mismo número de personas que en el caso anterior. En este segundo punto, nadie rechazó el dinero, ni siquiera a los que ofrecieron un dólar, no existía ese código animal donde lo importante no es que gano yo, sino que gano yo en relación con el otro.

Este experimento me hace pensar en la debilidad de nuestra especie para solucionar cuestiones solucionables dejando que un hecho o acción introduzca una variable improductiva.

Este experimento me despierta un sentimiento de enfado … malditos humanos.

No se cuenten mentiras.

Queridos amigos que siempre me leen, si tienen un conflicto, siéntense a escuchar sin prejuicios y observen con atención los matices. No sean cabezones y planteen que siempre existen diferentes puntos de vista.

Si las personas valen la pena, o si ustedes consideran que lo valen, oxigenen y entiendan que la vida no es blanca o negra, sino de colores.

Si no haces esto que te digo, o bien es porque consideras que las personas no valen la pena, o es porque no te interesa arreglar nada, que también es válido. Pero si decides optar por esta última opción, recuerda, estás rellenando los huecos de tu historia a conveniencia de tu relato y eso, no es una realidad objetiva.

Si decides que las cosas no hay que resolverlas, me parece bien, la libertad consiste en tomar las decisiones que quieras, pero eso, no le da veracidad.

Si decides no dialogar, tu historia es solo eso, tu historia. No te cuentes mentiras.

Sin miedo a perder.

Hace poco, alguien a quien aprecio me dijo que yo no tenía que hacer nada, en relación en la forma en la que tengo de percibir y gestionar mi vida. Me decía que no existe equipo de los buenos y que, no tenemos que hacer nada ni solucionar nada.

Me dijo que no era ningún personaje de cómic, y les prometo que en aquel momento me cabreé muchísimo, no por sus apreciaciones, que desde luego son parte de su punto de vista, sino porque venía de alguien que ha sido referente para mí en lo que ha propósitos de vida se refiere.

Cuando bajé mi cortisol, apunté el título de este artículo en mis notas del móvil para no olvidarme de ese momento y hacer una reflexión al respecto.

Creo que cada uno selecciona sus propósitos de vida, y lo hace lo mejor que puede. Los hace desde sus inseguridades y fortalezas y eligiendo el nivel de cómo quiere sentir y definir su paso por este mundo.

Cada mañana me levanto sin miedo a perder porque lo que hago me deja vivir en paz. Siento fuerte, amo fuerte, veo el mundo empresarial a mi modo sin hacer daño a nadie, me considero un tío llenito de amor y de paz entre tanta guerra y me gusta pensar que no joder a nadie de manera voluntaria, no generar tramas de súper villanos, es estar en el equipo de los buenos.

Puede que la gente no me entienda, no comprenda mi interpretación de la vida y esto es algo que tengo que aceptar.

Soy una persona feliz, con paz mental y con una forma intensa de vivir la vida, algo que me da mucha tranquilidad.

Cada uno que viva la vida como quiera. Yo la seguiré viviendo como un superhéroe de cómic.

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