22/10/2024

¿Datos personales? Mejor, los justos
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Director de Consultoría IT de Velorcios Group

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Hace unos días fui a comprar unos muebles de terraza a un comercio muy conocido en el que, probablemente, todos hemos entrado alguna vez. El caso es que los bultos no cabían en mi coche y me acerqué a un dependiente para preguntarle cuánto costaba el traslado hasta mi domicilio. Ahí empezaron a torcerse las cosas:.

– Pues depende. Para saber el importe del envío necesito hacerle un presupuesto.

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– No se preocupe. No necesito un presupuesto formal, solo quiero saber el importe. Me basta con que sea aproximado. Ahora no me los voy a llevar.

– No es molestia. Será solo un momento. Dígame, ¿es usted cliente?

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– Sí, claro. Suelo comprar aquí habitualmente.

– Dígame su nombre y DNI.

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– Jorge Alonso y el DNI es XXXXXXXX

– Pues no lo encuentro en el sistema. Usted no es cliente. Voy a darle de alta. Repítame su DNI.

– ¿De verdad que es necesario? Yo solo quiero saber cuánto cuesta el envío.

– Para saberlo necesito darle de alta en el sistema.

Total, que no me quedó otra que tragar y darle mis datos: nombre, dirección, DNI, teléfono…

– ¿Fecha de nacimiento?

– ¿También necesita mi fecha de nacimiento para decirme el coste del envío? ¿No le parece excesivo?

– Me lo pide el sistema. Si no me da sus datos no puedo hacer el presupuesto.

Para no cansarles, al final no se los di y me fui sin comprar y sin saber cuanto costaba el envío.

Recuerdo que hace un tiempo viví una situación similar en una pizzería cuando pedí una pizza para retirar en el local y me pidieron mi dirección porque el sistema lo exigía para poder hacer el pedido ya que el programa estaba preparado para envíos a domicilio. ¿En serio?

Está claro que, en ambos casos, la persona que me atendió solo estaba haciendo su trabajo, pero resultaba del todo evidente que los datos que me estaban pidiendo eran desproporcionados para la información y el servicio que yo estaba solicitando. Lo cierto es que, en la mayoría de las veces, nos empeñamos en recoger muchos más datos de los que realmente necesitamos porque queremos «conocer a fondo» a nuestros clientes y tenerlos bien segmentados en nuestro sistema.

En la práctica, casi todos los datos que recogemos en los formularios terminan por no usarse y, sin embargo, no somos conscientes de las consecuencias que esta mala praxis nos puede traer. Por un lado, generamos desconfianza en el cliente que no entiende el motivo del “interrogatorio exhaustivo” porque lo percibe desproporcionado e inútil. Por otra parte, el hecho de recoger más datos de los estrictamente necesarios puede derivar en una sanción por parte de la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) que puede considerar que estamos excediendo los límites del RGPD. Sirva como ejemplo el caso reciente de la multa al Mobile World Congress de Barcelona por solicitar más datos de los necesarios para acceder al recinto.

Han pasado más de seis años desde que entrara en vigor el RGPD de 2018 y parece que todavía las empresas no han entendido, o no quieren entender, que nuestros datos personales no deben ser tratados como moneda de cambio y que esta práctica abusiva siempre termina por jugar en su contra.

Además, y como la estadística en estos casos no suele fallar, es muy probable que la empresa a la que hemos dado nuestros datos personales sufra un ciberataque, le roben la información de todos clientes creando un daño irreparable del que nadie se hará cargo.

En fin, tal y como se están poniendo las cosas, cuando nos pidan nuestros datos personales;mejor, siempre los justos.

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