Septiembre siempre es un mes de inicio de proyectos después de un mes de juzgados inhábiles, sin plazos, sin decenas de mails a diario. Suelo llegar a septiembre con ilusión, con mucho ánimo; normalmente trabajando bastante la última semana de agosto. Este año no fue así. No sé si será la edad, empiezan a pesar algunas canas, o si es todo el contexto que nos rodea en medios y redes sociales. Siento que hay un contexto tóxico que, sin duda, me afecta más de lo que debería.
El leitmotiv de este verano lo hemos tenido en la campaña en contra de los turistas, aunque ya venía desde junio, agosto ha sido el mes en contra del turista en redes sociales.
Mi percepción es que este año le ha tocado a Galicia, mi tierra, la lotería del odio al turista. La utilización del adjetivo “fodechincho” casi siempre aplicado al madrileño. Curiosamente, este tipo de críticas siempre viene de un mismo sector muy alineado con cierta agenda. Galicia siempre ha sido una tierra acogedora. Somos tierra de emigrantes, yo el primero. Este verano se ha dado altavoz a los odiadores profesionales. A enteradillos de taberna con acceso a una red social.
En mi particular, y seguro que equivocada opinión, tiene que haber un director de argumentario para que, todos los medios y redes, a la vez, hablen de estas cosas o, al menos, consigan tener ese protagonismo.
En contra de este nuevo foco de odio al turista están los datos. Se ha trasladado la opinión el aumento en la ya masificada actividad turística, pero los datos dicen que ha bajado hasta un 10% en algunas zonas de España en julio, veremos en agosto. La situación económica no perdona y estamos pagando el peaje. Sin embargo, la comuni- cación masiva por tantos canales diferentes favorece que el relato mate al dato. Si diez tertulianos, cinco periódicos y 1000 cuentas en redes te dicen que el turismo impide el acceso a la vivienda y la vida normal del lugareño, te lo crees. Yo estuve hace dos o tres años en el famoso Sancti Petri de Cádiz el puente de noviembre. Casi todo cerrado. Sin gente. Un lugar estacional de vacaciones que sin turismo no es nada. Parece que buscamos eso: la nada cerrada.
Da la sensación de que están mezclando muchos ingredientes para tensionar a la opinión pública: la pérdida de capacidad económica de las familias, la falta de vivienda y la subida de precios, la inmigración y el turismo para justificar que una familia que antes tenía una cierta comodidad económica hoy tenga difícil ahorrar un dinero a final de mes. Si es que puede ahorrar algo.
Ir contra el turismo es atacar directa- mente la mayor fuente de riqueza económica de Canarias. Hace muchos años cuando todavía era joven, un sindicalista agrario, Mario, un amigo, me decía: Luisito, piensa que en Canarias no tenemos industria transformadora, no tenemos materias primas exportables, no tenemos localización para ser una base logística por el coste de traslado del producto desarrollado con sueldos y normativa europea a otras zonas del mundo; pero tenemos dos cosas: el mejor clima del mundo unido a una seguridad de ser un país europeo estando en África. Luisito, me decía, antes de llegar el turismo éramos una región pobre. Ahora tenemos calidad de vida.
Tanto es así, que en el pecado está la penitencia porque no dejamos de crecer en población por la excelente calidad de vida que tenemos. Muchos dirán que no es cierto, pero como aquí no se vive en otro lugar del mundo. Podrá haber sitios similares, pero no mejores.
El turismo es fundamental por un motivo evidente y por otros que no lo son tanto. Estos otros motivos son el desarrollo de una industria agroalimentaria y cultural para alimentar a toda aquella persona que viene a visitarnos y a gastar su dinero en disfrutar. Es cierto, cuesta ver este desarrollo detrás del sol y playa, pero la persona que viene a Canarias a disfrutar desayuna, come y cena a diario productos canarios de cuyo cultivo viven familias. De un tiempo a esta parte se ha desarrollado de modo espectacular la restauración con la obtención de recomendaciones y estrellas Michelín para aquellos que disfrutan del buen comer atrayendo a un visitante de mayor poder adquisitivo; se ha desarrollado una industria cultural importante, museos, áreas de interpretación muy bien diseñadas. En alguno de mis viajes fuera de España he podido comprobar como en las guías turísticas están señalados como puntos de interés, piedras conmemorativas de una batalla medieval que consiste en eso: una piedra y el paisaje. Nada más. En esos países que he tenido la fortuna de visitar no hay un valor añadido a la visita. Valor añadido que, en Canarias, desde un tiempo a esta parte, se está generando con bastante calidad.
Es cierto, que hay que mejorar el importe del gasto medio del visitante. Es cierto que el visitante de alojamientos de todo incluido gasta menos, pero debe haber oferta para todos los tipos de personas. Quien no conozca a un local que aproveche estas ofertas para residentes que tire la primera piedra. La crítica al todo incluido está ahí, pero esos mismos opinadores también critican el turismo de golf que está acreditado que el gasto medio del visitante de golf es muy alto. El problema del golf era el consumo de agua, pero ahora ya he visto críticas porque las plataneras consumen mucha agua. Hoteles con piscinas no, vivienda vacacional no, golf no, plataneras no. Ah, y nómadas digitales no, que también suben el precio de las cosas. Cabría preguntarse cuál es el proyecto económico de todos estos opinadores.
Al menos ahora están a favor de la construcción de viviendas. ¡Qué cosas!, ¿eh? Imaginémonos volver a 2010 y se hubiera continuado la construcción de viviendas libres y de VPO. De repente no habría tanta escasez. ¿A quién se le hubiera podido ocurrir que estrangular la oferta provocaría una subida de precios?
Lamentablemente, y lo escribo la tristeza propia de este tiempo en que siento que todo va a peor como en un mercado financiero que todavía no sabe que está en un mercado bajista, creo que lo peor está por empezar a llegar y que este nuevo año contado de agosto a agosto, nos traerá más odio y más tensión contra nuestra principal industria. Una industria de la que deberíamos estar agradecidos y orgullosos por ser una potencia mundial en el sector.