Aunque nos parezca que estamos hablando de tecnología, realmente vamos a hablar de economía. La burbuja de la Inteligencia Artificial empieza a desinflarse y antes de que la cosa vaya a más y los mercados se pongan nerviosos, conviene adelantarse al futuro y decirles a los inversores que todo está bajo control y que la hoja de ruta está más que pensada.
Supongamos por un momento que esto es cierto y que no hay motivos para la preocupación, que todo está en orden y que los vaivenes del mercado responden a ciclos propios de los avances tecnológicos disruptivos, como es el caso de la Inteligencia Artificial. Pero, ¿sabemos qué precio vamos a pagar realmente por mantener el mercado bursátil a salvo de otra nueva burbuja?
Los datos, la verdadera gasolina de la IA, se están terminando y eso hará que los LLM, es decir los “motores” de las soluciones basadas en Inteligencia Artificial, dejen de aprender y por lo tanto de mejorar, con lo que el valor de las herramientas asociadas a la Inteligencia Artificial irá a menos y, en consecuencia, las inversiones se devaluarán.
Trabajar con datos sintéticos no será lo mismo que hacerlo con datos reales y, en la práctica derivará en una depreciación del producto. ¿Prefieres caviar o un sucedáneo? Pues lo mismo pasará con la IA. ¿Quieres IA entrenada con datos reales o sintéticos?
Pero ya dijimos que las decisiones económicas son las que realmente mueven nuestro mundo y ya hemos aprendido que la rueda nunca se puede parar. Si no podemos seguir sacando petróleo de la IA habrá que buscar en otros caladeros, y es ahí donde aparece la Computación Cuántica.
La Computación Cuántica lleva años esperando en la recámara como la eterna promesa de un gran Big Bang tecnológico y, ciertamente, así será. Pero, ¿por qué ahora? La respuesta solo la podemos encontrar en la economía.
El MURO de la IA es una realidad que cada vez está más cerca. Si los modelos no pueden seguir mejorando porque los datos se terminan, habrá que encontrar valor en la RAPIDEZ de las respuestas y en alcanzar mayor PROFUNDIDAD con los datos que ya tenemos, y esto solo lo podemos hacer con la computación cuántica.
Y a todas estas, ¿Dónde queda la Ciberseguridad?
Pues ahí está la clave. El precio que tendremos que pagar por combinar la IA y Computación Cuántica sin tener la madurez necesaria para ello será un aumento descomunal de los ciberataques fruto de una mayor exposición de nuestros activos digitales que, queramos o no, no podremos proteger en el corto plazo con medidas de defensa acordes a los riesgos que tendremos que asumir.
El muro de la IA nos obligará a realizar a una huida hacia adelante que viene en forma de Computación Cuántica y que pondrá en jaque la ciberseguridad de las empresas. Lo dicho, vienen curvas y ya se sabe que las prisas nunca son buenas consejeras, pero la realidad es que no nos queda otra que seguir avanzando porque como dice la canción: «The show must go on.»
¿Estás preparado para dar el salto cuántico?