Dicen que el poder corrompe, que es adictivo y que transforma a las personas que lo ostentan. En estos últimos años no he parado de escuchar que tengo que tener cuidado con mi entorno, pero, sobre todo, con no desfigurar a la persona que veo cada mañana en el espejo.
En un ambiente político enrarecido, donde todo el mundo tiene miedo de la puñalada y la traición, he decidido escribir este artículo que viene a explicar lo que, sin duda, de una manera absolutamente sesgada, es mi opinión sobre la clave para poder actuar con coherencia a la hora de ejecutar en cualquier proyecto, sea empresa, organización o la propia vida.
No me vean como un soberbio, a pesar de mi enérgica forma de ser, soy una persona trabajada y con la perspectiva suficiente para entender, que la creciente cantidad de proyectos e intervenciones que hago, me llevan a cometer grandes errores. No reconocer esto, sí que me haría soberbio. Sin embargo, lo que quiero expresarles es una forma de sentir la vida, donde no hay maldad interesada, sino la creencia en una forma de actuar que a veces puede molestar a alguien; no porque queramos, sino porque las configuraciones mentales de cada uno son diferentes. Tengamos en cuenta que tenemos diferentes visiones y formas de ser y pensar.
El padre Jorge
Recuerdo el día que me fui con un buen amigo a navegar por el sur de Gran Canaria. Era domingo, y para mi sorpresa, no íbamos solos. A la travesía se sumaba Jorge, nada más y nada menos que un párroco que también formaba parte de un proyecto que me fascinó, la Fundación Yrichen, enfocada fundamentalmente a trabajar con personas con problemas de adicción, un proyecto que, para un chaval de barrio, con todo lo visto y vivido, generaba bastante curiosidad.
Les confieso, que al recibir esta noticia me sentí algo incómodo, ¿De qué iba hablar con Jorge durante todas las horas que pasábamos en alta mar? ¿Con qué cosas debería ser prudente a la hora de expresarme? Los que escribimos y participamos de Tribuna de Canarias ya nos conocemos, y saben que, a veces, puedo resultar ser un mono con una metralleta.
La primera hora fui capaz de sonreír y adaptarme a las conversaciones triviales que se sucedieron en aquel ambiente calmado. Que si barcos, que si el mar, que si eventos de todo tipo … pero claro, me metieron en una pequeña embarcación y me dejaron relajarme y ahí ya no pude más. Miré a Jorge y, tras la confianza y cercanía que me transmitió le pregunté, ¿Entonces padre, dicen que voy a ir al infierno?
Ante la sonrisa de mi amigo Pedro, nuestro otro acompañante, y la mirada tierna de Jorge, vino la respuesta que me hizo un poco más creyente: “Ser cristiano no es profesar una religión, es una forma de entender la vida donde hacemos el bien, sin hacer daño de manera consciente a los demás”. Hala, pues iba a resultar, que sin pretender ser un santo ni mucho menos, ya era cristiano en palabras de Jorge.
Las elecciones de CEOE Tenerife
Creo que nunca he escrito sobre esta historia. Hace ya más de un año y medio se celebraron las elecciones de la Confederación de los empresarios de Tenerife y se formó “tremendo kilombo”.
Después de muchos años en AJE, estamos en una etapa bonita, o eso creo, donde formamos parte de las soluciones empresariales, no solo de la juventud, sino de todos los empresarios de Canarias, pero para llegar a esto, ha llovido mucho.
Vuelvo a las elecciones, donde el terremoto nos pilló en medio y pedimos a todas las partes que nos ayudasen a no posicionarnos, que nos dejaran fuera del problema y que lo que queríamos era sumar. Y así lo hemos hecho.
Nos reunimos muchas de las personas que formamos la organización y decidimos que, al haber solo una lista encabezada por el actual presidente, Pedro Alfonso, íbamos a apoyarla, porque para nosotros, la imagen de unidad y ponernos a resolver los problemas de la provincia, era lo importante.
Queridos lectores, de todos es sabido que conozco a muchas personas del mundo de la empresa, y que en el equipo de personas que no estaba en esa lista, tenía, incluso intereses económicos de mis empresas, pero, yo me había comprometido como presidente de AJE y mi valor como persona no tiene precio.
Me llamo Agoney Melián, así que me tocó votar el primero ante aquel plenario repleto de mal rollo y, a diferencia de mucha de las personas allí presente que cedieron ante la presión, vote lo que tenía que votar. A favor de Pedro y de su única lista. En las siguientes semanas fueron desapareciendo contratos, personas me dejaron de coger el teléfono, y empecé a reflexionar sobre la necesidad de construir una nueva etapa en Canarias que fuese más amable y compasiva. No sé si lo voy a conseguir, pero me gusta irme a la cama tranquilo sabiendo que soy una persona con valores y de palabra y, ¿no es eso lo que debemos ser los empresarios?
A veces me preguntan que, sabiendo lo que sé, si habría cambiado mi comportamiento. La respuesta es no, porque Pedro, al que he ido conociendo más en este tiempo, me ha demostrado altura de miras, pluralidad y compromiso con mi tribu; y yo, que soy un activista de mis causas, prefiero esto que venderme por un puñado de euros.
Sin duda, me he vuelto un adicto
En los últimos meses he tenido alguna que otra desavenencia con personas a las que considero amigos.
Nuestras diferentes visiones y formas de hacer las cosas nos han llevado a la decepción y molestia que, confío se resuelvan con el tiempo.
Me preguntan a veces que por qué digo eso de los buenos y hoy te lo voy a explicar en un breve párrafo.
Puede que tú y yo no estemos de acuerdo en una forma de pensar o de hacer las cosas, que estemos en las antípodas de la ideología, de los pensamientos y de las acciones, pero, esto no debe impedir que hagamos nuestras cosas sin pretender pisar, humillar o destruir a la persona que tienes en frente.
El equipo de los buenos está lleno de compasión, no tiene una estrategia torticera para acceder y acumular poder y tiene la capacidad de anteponer el amor al odio.
El bien general por encima de los intereses personales, el levantarte intentando construir lo que, para ti es un mundo mejor, ser humilde y buena persona abandonando la ira como sentimiento a los que no piensan como tú, esto es ser del equipo de los buenos.
Dicen que el poder corrompe, aunque creo que, si eres de los buenos, nunca será así. En mi caso, lo que me ha vuelto es adicto.
Me he vuelto adicto a construir un modelo de Canarias mejor, una organización más visible, fuerte y cohesionada. Me he vuelto adicto a ayudar, y a ser más compasivo, y me he vuelto adicto a ser más humilde, porque cuanto más crezco profesionalmente, más viajo y conozco, más consciencia tengo de lo insignificante que soy.
Seguramente, de las personas que me lean habrá muchas que piensen como yo, y otras tantas que no. Lo importante es que cuando construyamos basándonos en nuestras ideas no lo hagamos desde el odio sino desde la compasión.
Hoy me quedo tranquilo diciendo abiertamente que, a pesar de mis errores estoy … en el equipo de los buenos.