23/11/2024

La Digitalización se ha llevado mi Queso
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Este año se celebra el 25 aniversario de la publicación del libro “¿Quién se ha llevado mi queso?” escrito por el estadounidense Spencer Johnson. Esta pequeña fábula cuenta, de una manera sencilla y amable, los principales retos que rodean a la gestión del cambio, tanto a nivel personal como profesional. La forma en la que el autor […]

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Este año se celebra el 25 aniversario de la publicación del libro “¿Quién se ha llevado mi queso?” escrito por el estadounidense Spencer Johnson. Esta pequeña fábula cuenta, de una manera sencilla y amable, los principales retos que rodean a la gestión del cambio, tanto a nivel personal como profesional. La forma en la que el autor aborda el tema es tan brillante que ha terminado por convertirse en un clásico en el mundo de los negocios.

Es un relato que, dependiendo del momento vital en el que lo leas, te aportará una enorme cantidad de matices que irás descubriendo en función del rol que ocupes en cada momento. Aunque estoy seguro que la historia de estos ratones es muy conocida, permítanme que haga una breve reseña para aquellas personas que aún no han tenido la oportunidad de acercarse a la obra.

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El libro cuenta la historia de dos ratones, Sniff y Scurry, y sus dos pequeños amigos liliputienses, Hem y Haw. Los cuatro personajes viven en un laberinto que tienen que recorrer todos los días para buscar su queso. En la fábula, el queso representa metafóricamente el deseo o meta en la vida.

Sniff es un ratón que huele los desafíos incluso antes de que aparezcan. Es arriesgado y valiente. El otro roedor, Scurry, muestra una actitud pasiva, huye de los problemas y siempre termina por dejarse llevar.

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Hem es un ser diminuto que, con cierto esfuerzo, aprende a adaptarse al cambio. Sin embargo, Haw es un liliputiense que odia los cambios y se resiste a moverse del espacio que conoce, creyendo que el status quo es la situación ideal del sistema.

En la historia el queso cambia constantemente de lugar y vemos cómo cada personaje tiene una manera diferente de lidiar con estos acontecimientos inesperados.

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Los ratones actúan rápidamente y sin dudar ante cada movimiento, mientras que Hem y Haw se aferran al queso antiguo y se resisten a recorrer caminos desconocidos y repiten la misma ruta una y otra vez. Un día, Hem y Haw se dan cuenta de que el queso se ha acabado y se ven obligados a buscar un nuevo queso.

Los personajes tendrán que encontrar el queso en un lugar nuevo y diferente al que están acostumbrados. Por el camino se irán encontrando mensajes en las paredes del laberinto que les ayudarán a sobrellevar tanta incertidumbre.

En esta historia los ratones representan a aquellas personas que se anticipan a los cambios y buscan soluciones. No pierden el tiempo lamentándose, como hacen los diminutos humanos, temerosos ante cualquier contratiempo que les haga salir de su zona de confort.

Así, la moraleja es que uno no consigue la felicidad ni el éxito de forma mágica, sino que hay que salir a buscarla. Debemos aprovechar los cambios para anticiparnos y mejorar con cada nuevo movimiento, buscar soluciones y luchar para alcanzar nuestras metas porque de nada sirve lamentarse.

Tuve la suerte de leer la historia de los ratones al poco tiempo de publicarse. Comenzaba el nuevo milenio y el tan temido año 2000 nos tenía a todos como locos pensando que las peores profecías pronto se harían realidad. Al final, ni llegaron los patinetes voladores de Regreso al Futuro, ni se cumplieron los pronósticos catastrofistas de la canción de Miguel Ríos que tantas veces tarareamos.

Parecía que todo, más o menos, se mantenía igual, y no nos dimos cuenta que aquella red de redes que tímidamente empezábamos a conocer con los ruidos nocturnos de los modems iba a ponerlo todo patas arriba en apenas 20 años.

Hace unos días volví a leer el libro de Spencer Johnson. Esta vez en formato electrónico y con unas cuantas cicatrices que no tenía cuando conocí a los cuatro personajes del laberinto. La historia seguía siendo la misma, pero el contexto había cambiado radicalmente.

Ahora el laberinto donde corren los ratones está lleno de 1 y 0 y se ha convertido en un entorno totalmente digital. El queso se mueve con mayor velocidad e intensidad impulsado por la tecnología y, además, está sujeto a multitud de variables que lo sitúan en un mundo globalizado e hiperconectado.

Sin embargo, las actitudes y los roles de cada personaje siguen encajando a la perfec- ción 25 años después. Y es que las personas solemos mantener unos patrones de conducta que nos identifican y definen nuestro carácter.

Estoy seguro que Sniff, el ratón intrépido que siempre es el primero en ponerse en marcha, no dudaría ni un segundo en usar ChatGPT y utilizaría la inteligencia artificial como una herramienta de productividad al servicio de su empresa. ¿Cuántos Sniff hay en tu compañía? Estos perfiles son cada vez más demandados porque resultan imprescindibles para no perder el pulso a la vida y actúan como avanzadilla en todos estos cambios que siempre nos cogen con el pie cambiado.

También llama la atención como cada vez más encontramos en las empresas personas que responden al patrón de Scurry. Se dejan llevar por las tendencias digitales sin cuestionarse el tema demasiado, pero suman. Constituyen esa gran masa crítica tan necesaria para crear una sociedad cada vez más digitalizada.

A estos dos perfiles proactivos y digitales que se identifican claramente con los ratones, le acompaña el rol del profesional más racional, incluso a veces dubitativo. Es aquel que todavía no termina de convencerse que la digitalización es el camino, pero que sabe que no le queda otra que moverse. Lo cierto es que de estos van quedando pocos, pues la experiencia los está llevando de manera natural a evolucionar su rol y a parecerse cada vez más a Scurry, y al final también terminan por dejarse llevar.

Y aunque parezca mentira, en nuestro laberinto digital todavía existe el perfil de Haw; mucho más de lo que nos imaginamos. Lo solemos encontrar en ese empresario tradicional, que añora el pasado, que desea que todo esto haya sido un mal sueño y que ve en el metaverso la mano del maligno. Son ellos, los que nunca se movieron de su sitio, los que cuando bajen la persiana de su empresa acabarán diciendo aquello de: “La digitalización se ha llevado mi queso”.

Te invito a que leas, o releas, la historia de nuestros amigos en clave digital y te busques entre los personajes, visualices tu queso y hagas de la digitalización la mejor herramien- ta para tener tu despensa siempre llena.

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