06/06/2025

La IA: ¿Avance o regresión?
L

Javier Viruel. Socio de Audazia y CEO Bnbdays

Te puede interesar

La irrupción de la inteligencia artificial en nuestras vidas ha desatado debates encendidos entre defensores entusiastas y detractores recelosos. Empleo, privacidad, seguridad, desigualdad o ética son algunas de las grandes cuestiones sobre la mesa. Todas ellas merecen análisis profundos, sin duda. Pero hay un argumento, repetido con frecuencia, que me llama especialmente la atención: “La IA nos va a dejar tontos”.

No porque sea descabellado —hay algo de cierto en él—, sino por el tono derrotista con el que se plantea, como si hubiéramos perdido toda capacidad de decisión sobre nosotros mismos. Como si el ser humano fuese un mero espectador pasivo de su propia evolución.

- Publicidad -

Es cierto que la IA aplicada a tareas simples como redactar comunicados, resumir informes, buscar, analizar y contrastar datos de diferentes fuentes o hasta planificar un viaje; puede implicar la reducción en el ejercicio de ciertas habilidades cognitivas básicas. Pero antes de activar las señales de alarma, conviene mirar atrás. Porque este fenómeno no es algo nuevo.

Quizá sería conveniente echar la vista a atrás y recordar que la llegada de nuevos desarrollos tecnológicos en forma de mecanización o automatización a sectores como el agrícola e industrial, también cambiaron nuestros hábitos y forma de vida. Gestos tan cotidianos como lavar la ropa a mano, levantarnos a cambiar de canal o salir de casa para hacer la compra, fueron reemplazados por alternativas que implicaban un menor esfuerzo a nivel físico. Lo llamamos calidad de vida, aunque con el tiempo descubrimos que ese confort traía consigo un nuevo problema: sedentarismo, obesidad, enfermedades cardiovasculares… y una sociedad menos activa físicamente.

- Publicidad -

Un hecho al que la sociedad supo responder. Nunca hemos estado tan concienciados con la salud como ahora. La vida saludable se ha convertido en una cultura: cuidamos la alimentación, controlamos el estrés, valoramos el descanso, hacemos ejercicio físico…

¿Cuántos gimnasios hay en tu ciudad? ¿Cuántas disciplinas nuevas han surgido en los últimos años? Crossfit, dumping, ramping, sualding… hay quien ha llegado a invocar al demonio intentando pronunciarlas. Hoy, pagamos por sudar. Y a mi cabeza vienen las palabras de mi abuelo “Si quieres hacer ejercicio, coge la piocha y vente conmigo a la finca…”

- Publicidad -

Con la alimentación ha pasado algo parecido. Ya no vale con comer “de todo”. Ahora sabemos lo que son las grasas saturadas, controlamos los carbohidratos y descubrimos que las famosas lentejas no eran tan ricas en hierro como nuestras madres aseguraban.

¿Es posible que la Inteligencia Artificial nos esté planteando un reto similar?

No podemos negar que su uso implica un menor esfuerzo mental en la realización de tareas. Ahora tenemos la posibilidad de escribir un in- forme, sintetizar lecturas o analizar un Excel con un menor esfuerzo a nivel cognitivo. Pero eso no debería ser un freno para usar una tecnología que, bien aplicada, nos devuelve algo muy valioso: tiempo. Tiempo para pensar mejor, para descansar, para disfrutar de nuestras familias, para vivir. En definitiva, para ser más eficientes sin dejar de ser humanos.

Es evidente que el uso frecuente de IA puede disminuir ciertos estímulos mentales. Pero esa no es una condena inevitable. Igual que reaccionamos ante el sedentarismo físico, podemos hacerlo ante un posible sedentarismo mental. Estoy convencido de que tomaremos conciencia y surgirán, si no lo han hecho ya, verdaderos gimnasios neuronales. Actividades, prácticas y herramientas que mantendrán despierta nuestra mente y activas nuestras capacidades. De hecho, ya se están explorando métodos para entrenar la memoria, la atención o la creatividad como parte de una vida digital equilibrada.

Soy plenamente consciente de que este debate tiene múltiples aristas. El desarrollo cerebral requiere de ciertos ejercicios y deben ser expertos en la materia (neurocientíficos, neurobiólogos, psicólogos…) quienes determinen el proceso de inmersión en la IA de los más pequeños. Los sistemas educativos tendrán que adaptarse y establecer los estadios de madurez cognitiva requeridos para pasar a la siguiente fase de aprendizaje. Un proceso estructurado como cuando enseñamos a un niño a realizar cálculos de forma mental antes de entregarles una calculadora.

No se trata de prohibir la IA ni de aceptarla sin condiciones. Se trata de tomar decisiones conscientes. De evitar que lo cómodo se convierta en dependencia. De mantener activo lo que no podemos permitirnos perder. Y, sobre todo, de actuar antes de que las carencias sean evidentes.

La inteligencia artificial no nos hará menos inteligentes per se. Pero sí puede hacerlo si decidimos dejar de pensar por nosotros mismos.

- Advertisement -

Más noticias

Más noticias