Según el indicador adelantado del Índice de Precios de Consumo que elabora el Instituto Nacional de Estadística, se espera que la inflación anual en septiembre de 2023 sea del 3,5%; esto es, nueve décimas por encimada de la cifrada en agosto. La subyacente (no incluye los precios de la energía), por su parte, baja hasta el 5,8%, lo que parece indicar que está comenzando a producirse la anunciada convergencia.
Este aumento se debe, principalmente, a la subida que han experimentado los precios de los combustibles. Los carburantes siguen encadenando subidas consecutivas, alcanzando unos niveles no vistos desde el año pasado (en septiembre de 2022 bajaban). La energía, por su parte, también ha contribuido a este repunte; ha habido un incremento de los precios de la electricidad, mientras en septiembre de 2022 disminuían.
El componente subyacente, hasta ahora más resistente, parece mostrar signos de moderación. La tasa de variación anual estimada de la inflación subyacente, que es el índice general calculado sin alimentos no elaborados ni productos energéticos, disminuiría hasta el 5,8% en septiembre (desde el 6,1% registrado en agosto), según el indicador adelantado.
Ante este panorama, no es de extrañar que la política monetaria continúe siendo restrictiva; no obstante, la creencia generalizada es que los tipos de interés están próximos a alcanzar el máximo, pero que se mantendrán elevados durante bastante más tiempo del estimado hace unos meses.