En la década de la transición energética estamos viviendo unos cambios en la manera de consumir que me parecen radicales, teniendo en cuenta que las tres generaciones anteriores no vivieron cambios significativos. Si a esto le sumamos que es la primera vez en la historia desde el descubrimiento del fuego que el consumidor tiene la oportunidad de independizarse no solo de la energía que necesita para vivir, sino también para moverse largas distancias creo que nos tendríamos que parar a pensar un poco más en la estrategia y no dejarnos llevar por el bombardeo en forma de green washing de las energéticas que quieren seguir viviendo a costa de los millones de consumidores que conformamos España.
Si me pongo a pensar en como se veía el futuro hace diez años nadie se imaginaba que una energía relativamente cara como la fotovoltaica iba a tener en menos de 11 meses de 2022 en Canarias unas 7.000 nuevas instalaciones, comparado a unas 300 instalaciones en 2019. Ahora el precio de esta tecnología ha bajado un 80% y su amortización es tan corta que las entidades financieras se han lanzado a ayudar con financiación estas inversiones, además de que la UE apoya con un 45% a fondo perdido. Todos estos factores han propiciado el boom del autoconsumo en España. Pero creo que pocos ven en profundidad lo que significa esta tecnología, resulta que es la primera tecnología democrática, es decir, NO necesitamos a una 3o empresa de energía para generarla, solo necesitamos que salga el sol y los paneles se encargan de convertirla en electricidad y así durante más de 35 años estos paneles van a estar produciendo incansablemente energía limpia y con 0 emisiones de CO2.
Desde la aparición de las baterías de Litio, la fotovoltaica se ha visto beneficiada exponencialmente por dos principales razones: 1o nos ayudan a acumular la energía que producimos en el día para poder disfrutarla por la noche. 2o podemos movernos en vehículos eléctricos cargados de electricidad limpia, teniendo una huella de carbono neutra y provocando que en pocos meses tengamos emisiones negativas de CO2. Antes solía decir que el futuro es apasionante y hoy digo el presente es emocionante, el futuro es ahora.
Para que tengáis un ejemplo práctico solo con 4 placas solares podríamos cargar un vehículo eléctrico con capacidad para 5 personas y circular 10.000 Km/año. ¿Cuántos de ustedes hacen esa media de kilómetros al año? ¿Sabías que con 4 placas con un valor de 800€ podrías amortizar tu inversión en movilidad eléctrica en menos de 8 meses? Estos son los detalles que en muchas charlas y conferencias intento que la ciudadania entienda ya que si conocemos todo el potencial de la energía fotovoltaica en un archipiélago con más de 2.900 horas de sol anuales podemos adelantarnos a los objetivos de 2030, al Acuerdo de París, España 2050 … y un sin número de iniciativas de países desarrollados.
Evidentemente no es tan fácil de desarrollar, hay muchos intereses de seguir manteniendo la gallina de los huevos de oro. Si fuera por las eléctricas todavía tendríamos el impuesto al sol y lo hubieran tapado si le hubiéramos dejado. Las eléctricas y sobretodo Unelco en Canarias está viviendo de las rentas hace muchos años, diría décadas, ya que no hace las inversiones suficientes para ampliar la red de distribución para la inyección de nuevos parques eólicos o fotovoltaicos, retrasando e incluso parando como el que tiene esa potestad el autoconsumo industrial.
La ciudadania necesita generación eléctrica limpia y puntos de recarga de vehículos eléctricos en la red vial y se están viendo entorpecidos por la paralización de expedientes que incluso afectan a instituciones como los Cabildos. El entorpecimiento llega a ser de tal magnitud que están rechazando e incluso devolviendo fondos Europeos por que los intereses de Endesa están por delante del interés del pueblo.
Nos queda el consuelo que si el gobierno de turno se planta ante estas atrocidades, el avance de las tecnologías renovables llegará primero y nos empezaremos a desconectar de tecnologías obsoletas y contaminantes. Confiemos que ya sea por legislación, justicia o por nuevas tecnologías, la transición energética se convierta en un aliado prioritario para un desarrollo sostenible.