Los guacamayos de barba azul, una especie de loro en peligro crítico de extinción endémica de Bolivia, han demostrado ser capaces de imitar a terceros, un fenómeno que hasta ahora solo se había documentado en seres humanos, y que consiste en que un observador aprende de la interacción entre dos individuos.
Un estudio realizado por un equipo internacional de científicos del Instituto Max Planck de Cognición Animal, con sede en Loro Parque- Animal Embassy y en colaboración con Loro Parque Fundación, revela que los guacamayos aprenden a mostrar ciertos comportamientos inusuales demostrados por un congénere en respuesta a órdenes específicas de la mano humana sin ningún tipo de entrenamiento explícito.
Este hallazgo subraya la notable capacidad de los loros para aprender mediante la imitación, incluso como terceros. El resultado plantea la posibilidad de que los loros muestren una comprensión de la equivalencia entre uno mismo y los demás y sean capaces de adoptar la perspectiva de terceros.
El estudio: imitación de terceros en guacamayos
La bióloga Esha Haldar y sus colegas del grupo de investigación de cognición comparativa, con sede en el centro de investigación Max-Planck en Loro Parque, realizaron pruebas de imitación de terceros con guacamayos ingenuos (sin experiencia previa o conocimiento sobre el estímulo, que se iba a evaluar).
En su estudio, ahora publicado en Scientific Reports, los investigadores testearon a un grupo de prueba ingenuo que observaba pasivamente a un demostrador de su misma especie que realizaba acciones intransitivas arbitrarias e inusuales (es decir, acciones sin un objetivo obvio y que no implicaban ningún objeto) en respuesta a órdenes gestuales específicas de los humanos. Por ejemplo, observaron cómo otro loro levantaba una pata en respuesta a un dedo índice levantado. Inmediatamente después, el observador recibía las mismas órdenes gestuales de una persona y era recompensado si mostraba la respuesta correcta. Se evaluó de forma similar a un grupo de control igualmente ingenuo, sin recibir demostraciones de terceros.
El grupo de ingenuos aprendió más acciones objetivo en respuesta a las órdenes específicas, y además las aprendió significativamente más rápido y las realizó con mayor precisión que el grupo de control. Esto implica que esta especie de guacamayo es capaz de aprender observando las interacciones de sus congéneres sin interactuar directamente con ellos, es decir, mediante la imitación de terceros.
Imitación y evolución cultural
En los seres humanos, el aprendizaje de las normas y tradiciones sociales a menudo requiere la imitación de dos o más miembros de la comunidad que interactúan entre sí, con el fin de integrarse en los grupos, adoptar comportamientos específicos del grupo y participar en las prácticas culturales.
“Los guacamayos barba azul viven en grupos sociales complejos, como la mayoría de las especies de loros, y la composición del grupo cambia con frecuencia a lo largo del tiempo. Esto requiere una integración más rápida de los individuos en los nuevos grupos sociales y una sincronización más rápida del grupo. La imitación de terceros de congéneres podría facilitar esos procesos mediante el aprendizaje de comportamientos específicos del grupo, movimientos coordinados o gestos”, explica la Dra. Auguste Von Bayern, autora senior del estudio.
Implicaciones evolutivas de esta avanzada capacidad de aprendizaje social
“Los hallazgos son notables porque demuestran por primera vez que la imitación de terceros existe en un animal no humano”, explica la Dra. Esha Haldar, autora principal del estudio. Además, añade que en los seres humanos, la imitación de terceros se observa ampliamente y es frecuente en muchas sociedades cazadoras-recolectoras actuales, donde los niños suelen aprender las normas sociales observando pasivamente a sus mayores, en lugar de aprender a través de la interacción directa.
“Sin embargo, en los animales no humanos no se ha descrito la imitación de terceros. Es notable que los niños humanos comiencen a imitar desde el nacimiento, pero solo desarrollen la capacidad de imitar a terceros a partir del segundo año de vida, cuando también desarrollan la capacidad de adoptar perspectivas. Aunque nuestros hallazgos no son una prueba directa de la capacidad de adoptar perspectivas en los guacamayos, sí sugieren su presencia”, concluye Haldar.