Es cierto que, hasta fechas recientes, la faceta más conocida de los veterinarios era la atención a los animales de compañía ¿Podríamos decir que el 2021 y la actuación de los veterinarios en la crisis volcánica de La Palma ha supuesto un antes y un después en la percepción que socialmente se tiene de esta profesión?
“Es posible. Sin duda la crisis volcánica de La Palma marcó la actividad del Colegio. Habíamos empezado a trabajar sobre los protocolos de actuación con animales en caso de catástrofes. En Gran Canaria ya habían tenido ocasión de ponerlos en práctica durante el incendio del verano de 2021, pero ni aquí ni allí habíamos tenido tiempo para preparar a los colegiados que quisieran actuar como voluntarios y es esencial que sepan cuáles son los procedimientos a seguir porque todas las “patas” de una emergencia tienen que funcionar de forma sincronizada, sabiendo cuál es la tarea de unos y otros. La Palma fue nuestro simulacro”.
¿Cuál es el balance de esos tres meses de emergencia?
Anímicamente fue duro y profesionalmente intenso pero ahora, a toro pasado, reconozco que es una experiencia que ha marcado la vida de quienes participamos en ella. Estoy profundamente agradecida a todos los veterinarios voluntarios que pasaron por La Palma para ayudar, pero me siento especialmente orgullosa de los seis veterinarios del Valle de Aridane que estuvieron al pie del cañón 24 horas los siete días de cada semana de esos meses que para nosotros finalizaron el 29 de enero. A pesar de sus problemas personales, porque sufrieron lo mismo que tantas familias de ese Valle, siguieron adelante y atendieron y rescataron a casi 4.000 animales, alimentaron a las colonias de gatos que estaban entre la lava… Ellos son nuestro orgullo porque nos hicieron sentir eso, orgullo de nuestra profesión.
Se percibe un cambio social en la relación de todos con el mundo animal
Evidentemente sí. Lamentablemente todos los años arrancan 2, 3 ó 4 guerras y vemos las informaciones de catástrofes pero apenas se decía nada de cómo afectaba eso a los animales, tanto a las mascotas de familia como a la ganadería. Si acaso nos decían cuántos animales salvajes podían haber muerto en un incendio o nos contaban heroicidades aisladas para sacar animales de una granja ante una inundación, por ejemplo, pero poco más, no había un protocolo de actuación que incluyera a los veterinarios. En La Palma todo cambió, empezando por los medios de comunicación que han estado permanentemente atentos a lo que hacíamos y, en ese sentido, estamos también muy agradecidos porque ellos también han sido conscientes de que esa protocolarización y profesionalización de lo que había que hacer, esa presencia de los veterinarios como uno más en la gestión de la emergencia, era fundamental porque es verdad que cada vez hay más animales en las casas pero no olvidemos que la salud de los animales es la salud de todos y eso afecta a muchas áreas, no sólo a los animales domésticos.
Hay más animales que niños, por ejemplo…
Eso dicen las estadísticas… El ser humano siempre ha tenido una relación muy estrecha con los animales, sobre todo en el campo. Ahora hay cada vez más animales también en las ciudades y además hay una variedad mucho mayor de animales en las casas y ahí la labor del veterinario es crucial porque nuestro objetivo es siempre el bienestar de los animales y velar para que su relación no genere problemas de salud a los humanos. Volvemos a lo mismo: la salud de los animales es la salud de todos.
Un mundo una sola salud
Efectivamente. No podemos tener una visión simplista: humanos por un lado y el resto de los animales por otro. Médicos de personas, médicos de animales. Todo está intrínsecamente relacionado, incluido el medio ambiente, y todos los que nos dedicamos de una u otra forma a la sanidad tenemos que funcionar de forma coordinada: médicos, veterinarios, biólogos, enfermeros…
¿Eso implica una labor de formación social constante?
Todos los que nos dedicamos profesionalmente a la Sanidad, en cualquiera de sus vertientes, sabemos que una de las patas más importantes es la formación de aquellos a quienes vemos en consulta: los pediatras forman a los padres, los gerontólogos a las familias, los médicos a sus pacientes y nosotros tenemos que formar a las familias, a los ganaderos, a los comerciantes, a los restauradores, a los cocineros….
Un animal en una familia puede ser un problema…
Puede ser un problema para el propio animal y para la familia. La introducción de un animal en una casa debe ser una decisión consciente, sopesada y lo ideal sería que fuera además consultada con un veterinario porque adoptar un animal es una decisión que va a condicionar parte de nuestra existencia en un largo período de tiempo. Es importante que sea la mascota adecuada a nuestra forma de vida, espacio, posibilidades económicas, tiempo, perspectivas… debe ser una decisión responsable y ahí el veterinario puede ser de gran ayuda y además estará encantado de ayudar porque nuestro objetivo es cero abandono. Y, por otra parte, una vez que tenemos el animal, es fundamental que las familias sepan cómo tratar a ese animal para que su salud sea óptima y no se genere ningún problema en la relación con él.
Detrás de lo que comemos también hay un veterinario
Así es. Hay un veterinario en varias parcelas de nuestra vida diaria sobre todo en aquello que se refiere a la alimentación. Somos los garantes de la salud de humanos y animales desde las granjas a nuestras mesas, tanto si comemos en casa como si lo hacemos en un restaurante. Para empezar el veterinario es el mejor aliado de los ganaderos: cuida de los animales, los cura, previene enfermedades, protege el medio ambiente y vigila que la producción ganadera sea óptima para la salud humana, además de proteger el bienestar animal hasta el último momento minimizando al máximo el sufrimiento.
Y la calidad de lo que comemos
Los veterinarios controlan la calidad de todo lo que comemos a lo largo de toda la cadena: desde la producción o la entrada de alimentos por puertos, aeropuertos o mercados centrales, supermercados y tiendas hasta lo que comemos en restaurante. Siempre hay un veterinario “sentado a nuestra mesa”, aunque no lo veamos: en unos casos formando y asesorando a los profesionales del comercio o la restauración y en otros vigilando, ley en mano, que se cumpla lo que la legislación prevé. Cuando viajamos a otros países y nos dicen lo que no debemos hacer desde el punto de vista alimenticio o que no toquemos animales debemos recordar que sí en España sí podemos hacerlo es precisamente porque detrás de nuestra seguridad sanitaria hay un ejército de veterinarios cuidando esa salud universal que es la salud de todos: animales y personas.