20/05/2024

Re-Evolución. Liderazgo en el Siglo XXI: Entre la Coherencia y la Autenticidad
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En un mundo empresarial cada vez más dinámico y desafiante, los/ as líderes enfrentan retos significativos que demandan no sólo alcanzar objetivos, sino también elevar la calidad de su liderazgo.

Actualmente, la coherencia emerge como una carencia crítica y un desafío sustancial en la dirección moderna, siendo fundamental para forjar confianza dentro de las organizaciones y equipos.

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La sisifemia, un término acuñado para de El liderazgo efectivo en este siglo se centra en ser genuino/a y auténtico/a, lo cual implica una alineación sólida entre lo que los/as líderes piensan, dicen y hacen. Esta congruencia es crucial no solo para la construcción de confianza, sino también para inspirar y motivar a los equipos hacia el logro de metas compartidas. Los/as líderes que exhiben esta coherencia son vistos como confiables y respetados, ya que sus acciones y palabras están sincronizadas, y actúan como un modelo a seguir dentro de la organización.

Los desafíos actuales del liderazgo incluyen también la gestión de emociones y la comunicación efectiva. Y es que, la gestión emocional en el liderazgo no es un lujo, sino una necesidad imperativa en la era moderna.

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Un/a líder que domina esta habilidad no solo mejora su desempeño y el de su equipo, sino que también contribuye a la creación de una organización más adaptativa, innovadora y resiliente.

Lidiar con las emociones en el liderazgo es más que solo mantener a raya nuestros propios berrinches; es un pilar clave que realmente sostiene la integridad y autenticidad de dirigir un equipo. Hoy en día, con el ritmo frenético y las presiones del entorno laboral, saber gestionar las emociones, si eres líder, es esencial para no solo mantener a tu equipo a flote, sino también para asegurarte de que todos reman en la misma dirección.

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En el espacio de trabajo, si el/la líder maneja bien sus emociones, crea un lugar donde todas las personas del equipo se sienten seguras para lanzar ideas, cometer errores y hablar abiertamente. Esto es oro puro para fomentar la innovación y la adaptabilidad. En tiempos de crisis, mantener la calma y transmitir optimismo puede hacer maravillas por la moral del equipo, ayudándolos a seguir adelante sin caer en el pánico colectivo.

Las relaciones son otro gran tema. Ser un/a líder con inteligencia emocional ayuda a construir y mantener relaciones de trabajo fuertes y significativas. Ser empático/a y atento/a a lo que necesitan los/as colaboradores/as puede fortalecer el compromiso y la lealtad, haciendo que todos se sientan parte de algo especial.

Y, en este contexto, la comunicación es clave. Si estamos en sintonía con nuestras emociones, sabremos exactamente cómo y cuándo decir las cosas para motivar a tu equipo o calmar las aguas cuando las cosas se ponen tensas. Elegir las palabras y el tono correcto puede evitar malentendidos y conflictos, y eso siempre es un plus. No cabe duda que es imperativo mantener una comunicación clara y constante que no solo transmita información, sino que también refuerce la visión y los valores de quiénes ejercen el liderazgo y de la organización.

Hablemos ahora de confianza y credibilidad. Si nuestras acciones y emociones están alineadas, la gente nos verá como alguien confiable y coherente. Esto es muy importaNte porque, con honestidad, nadie quiere seguir a un/a líder que dice una cosa y hace otra.

No cabe duda de que, la autenticidad en el liderazgo, requiere un conocimiento profundo de uno/a mismo/a y una reflexión continua sobre las propias motivaciones y valores. Los/as líderes deben estar dispuestos/as a reconocer sus vulnerabilidades y aprender de sus errores, aspectos que son fundamentales para conectar genuinamente con sus equipos y guiarlos con eficacia.

John Donahoe, presidente de eBay, pronunció la siguientes palabras: “El liderazgo es un viaje, no un destino. Es una maratón, no una carrera de velocidad. Es un proceso, no un resultado”. Sabias palabras. Lo que realmente moldea el estilo de liderazgo no es solo lo que aprendimos en los seminarios o los libros que devoramos; es nuestro rollo de vida entero, nuestras experiencias y la influencia nuestros padres, los profes del cole o la persona que nos entrenaba en nuestra actividad deportiva favorita. Todo ese combo ha tenido un papel vital en lo que hemos llegado a ser. Pensémoslo. Nuestra vida debería ser una peli de esas que no podemos dejar de ver, no solo un montón de selfies sin conexión. Cada cosa que nos pasa, buena o mala, nos abre algunas puertas y nos cierra otras, ¿cierto?

Bill George, gurú del liderazgo y reconocido profesor de Management Practice en la Universidad de Harvard, nos habla sobre cómo encontrar nuestro propósito, conocernos de verdad, seguir nuestra pasión y manejar nuestras relaciones con mano maestra. No es el primer profeta en el desierto hablando de mirarnos el ombligo para conectar mejor con otras personas, y definitivamente no será el último. Pero, ¿saben qué? A veces nos quedamos atascados/as en la teoría y nos cuesta un mundo poner esto en práctica. Nos enredamos pensando qué significa realmente conocerse a sí mismo/a y desarrollarse, y ahí nos quedamos, divagando entre lo que SOMOS y lo que HACEMOS, como si pudieran separarse tan fácilmente.

Lo que realmente necesitamos es autenticidad, lanzarnos a vivir lo que predicamos. Y para eso, primero tenemos que enfrentar nuestros propios fantasmas:

• Miedo a que nos vean tal como somos, con todos nuestros fallos.

• Terror a fracasar y no cumplir los objetivos… porque claro, ¿quién quiere fallar?

• Pavor al cambio, a salir de esa zona cómoda aunque esté más gastada que sofá de consultorio.

• Angustia por perder lo que creemos que ya hemos conseguido, como si la vida fuera un juego de sumar y nunca perder.

Cuando somos conscientes de estos miedos, podemos empezar a ver las cosas desde otra perspectiva, con nuevos ojos que realmente valoran a la persona por completo, con todos sus miedos, creencias y barreras.

En mi día a día, puedo observar a líderes que no se atreven a cambiar su forma de hacer las cosas, a menos que vean un beneficio claro para ellos/as, para su gente y para la empresa. Pero aquí está el quid de la cuestión: ¿qué más podríamos lograr si realmente nos conociéramos a nosotros/as mismos/as y a los/as demás? ¿Qué podríamos alcanzar si establecemos esa conexión real con nosotros/ as mismos/as y con los/as demás/as? Las respuestas son: mayor conciencia, autenticidad, coherencia, libertad y responsabilidad tanto para el/la líder como para su equipo.

Liderar con autenticidad y coherencia es ver y entender tanto a uno/a mismo/a como a las demás personas, es poner la voluntad de servir por encima de nuestras propias necesidades de ego y reconocimiento personal. Porque al final del día, el verdadero crecimiento y desarrollo vienen de elevar a los/as demás, no solo a uno/a mismo/a.

En conclusión, el liderazgo en el siglo XXI se define por la capacidad de un/a líder para ser coherente y auténtico. Este enfoque no solo mejora el desempeño organizacional, sino que también fomenta un ambiente de trabajo más integrado y motivador. Los/as líderes que practican lo que predican y mantienen una alineación constante entre sus palabras y sus actos están mejor equipados/as para enfrentar los retos de un entorno empresarial en constante cambio y para liderar con éxito hacia el futuro.

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