Escuchaba a Leiva en una entrevista en la que decía algo así como que intentaba tener unos minutos al día para dar las gracias por tener la vida que tiene, trabajar en lo que le gusta, rodeado de amigos; siendo consciente que no es lo normal y que tiene una suerte tremenda. Además ahora ya ha comenzado a volver a llenar estadios en sus conciertos y por eso cree que debe dar las gracias porque hace nada todos estábamos en nuestras casas y un acto simple como un concierto no sabíamos cuándo se volvería a producir, o si algún día volvería o no la normalidad.
“Dar las gracias porque estamos donde estamos hoy y venimos de donde venimos”. Hace dos años todo el sector turístico (empresas de transporte, alojamiento, excursiones, coches de alquiler, restauración,… ¡todos! incluidos los proveedores) tenían la actividad parada y, lo peor, en medio de una tremenda incertidumbre. Eso incluye no sólo al turismo sino a la inmensa mayoría de las empresas sea cual sea el sector. Hoy, tras un verano muy pero que muy parecido a un verano precovid y con unos números incluso mejores que los estimados, hoy, estamos de nuevo con los problemas de siempre y atrapados en los quehaceres diarios.
Temiendo por la incertidumbre, por situaciones reales como la importante subida de los precios de combustible, electricidad y alimentos. Sin saber qué pasará este invierno, ni cómo vendrá el verano de 2023. Se escuchaba eso de “saldremos mejores” o “de esta aprendemos” pero creo que (casi) todos estaremos de acuerdo en que no es así. Seguimos viendo el mismo mal humor en situaciones tan cotidianas y básicas como en la carretera, en un restaurante (sea el cliente o el trabajador el protagonista del mal humor) o en nuestro propio trabajo. Volvemos al sálvense quien pueda, a las prisas, al “yo más que tú”… Y no, salimos diferentes pero no mejores. Con más años, más experiencia, pero seguimos siendo los mismos seres humanos que caemos y seguiremos cayendo en la misma piedra dos y puede que algunas veces más.
Obviamente, no somos un cantante como Leiva con los privilegios que se le presume que tiene. Pero sí estoy seguro que muchos se cambiarían por nosotros y que somos unos privilegiados si no es por una otra, por otra.
Es más, incluso en las peores situaciones se puede encontrar algo por lo que dar las gracias pero debemos aprender a darnos cuenta de ello en un día cualquiera y no sólo cuando la vida nos da un palo. Es una tarea que parece sencilla pero que se nos hace a todos muy cuesta arriba: a pesar de los retos que tengamos sobre la mesa y de las urgencias, tener la capacidad de pararse y momento al día y observar con perspectiva en el lugar en el que estamos y lo que tenemos y darnos cuenta que, tal vez no sea lo que habíamos deseado años atrás para nosotros, pero que, en la mayoría de casos no estamos tan mal.