El problema, o no se ya si deberíamos decir la tragedia de la vivienda en España y por supuesto en Canarias, es algo que dentro de poco calificaremos como de emergencia social, ya que a pesar de ser un bien de primera necesidad, el desajuste entre oferta y demanda es tal, que de media habría que construir el triple de lo que se está haciendo anualmente desde que comenzó a gestarse esta circunstancia allá por 2021. Esto genera una presión en el mercado de tal magnitud que el alza en los precios no ha parado de aumentar año tras año, afectando especialmente a los colectivos más vulnerables.
Los factores, entre otros muchos, que pueden explicar este desajuste entre oferta y demanda serían la disparidad entre creación de hogares y vivienda disponible y de nueva construcción, la inadecuada localización de las viviendas desocupadas susceptibles de salir al mercado, la demanda de segundas residencias o el uso vacacional de un elevadísimo número de inmuebles que en el pasado fueron utilizados como alquileres de larga duración, y que una vez mezclados todos estos factores han ido generando esta alarmante carencia de ese bien tan básico, que sumado a un mercado laboral con salarios bajos y precios de la vivienda por las nubes ya podemos imaginar la poca renta disponible que puede quedar a las familias para el resto de bienes de consumo, con el añadido por supuesto de los escasos incentivos que este panorama aporta a la creación de nuevos hogares, especialmente con niños, por lo que otro problema más a añadir: la escasa natalidad, y no hace falta ser un experto para darse cuenta que para revertirla, desde la óptica económica, habrá que actuar sobre el mercado laboral pero por supuesto también sobre el de la vivienda.
Equilibrar el mercado inmobiliario no se puede hacer de un día para otro y no debe ser tarea fácil, pero indudablemente sin que aumente significativamente la construcción de nuevas viviendas será imposible que la situación no empeore aún más, debiéndose actuar para ello sobre el suelo construible en colaboraciones público-privadas, ya que un problema en nuestro país es la falta de suelo disponible para la edificación, por lo que habrá que procurar que aquellos empresarios que decidan impulsar la creación de inmuebles de nueva construcción encuentren facilidad para ello, y no una ingente y deprimente carga burocrática de plazos interminables que serían capaces de disuadir de iniciar y continuar con la actividad al más paciente de los inversores.
Por todo ello, hay que hacer una correcta planificación del suelo, generar incentivos para la inversión en esta actividad, promover políticas de empleo que ayuden a cualificar a personas que puedan y quieran trabajar en el sector, dada la escasez de mano de obra que actúa muchas veces como un desincentivo, orientar los incentivos fiscales del lado de la oferta, atender tanto la compra-venta como al mercado del alquiler con regulaciones estables y garantistas que incentiven a todas las partes en sano equilibrio, para ver si de una vez empieza a revertirse la situación y podemos estar más tranquilos al menos en lo que a vivienda se refiere, porque la necesidad social de vivienda está clara, ya que sin techo bajo el que cobijarse no hay proyecto vital digno de llamarse así, pero es que la necesidad económica es también urgente, dado el efecto multiplicador que un mercado en equilibrio de este bien genera sobre el resto de sectores, o si no que se lo digan a muchas empresas turísticas establecidas en Canarias, que no pueden contratar muchas veces a personas de gran valía por la ausencia de vivienda en la isla que garantice un mínimo de vida digna.
Parece increíble, que un país que sufrió una crisis económica bestial provocada en gran medida por una burbuja inmobiliaria dada nuestra tendencia a construir demasiado en otras épocas, tenga ahora esta situación teniendo algunas de las empresas constructoras del mundo y un know-how acumulado tras décadas de inversión inmobiliaria constante, por lo que quizás haya que ponérselo fácil y pedirles que construyan más sin que lleguemos a pedir socorro.