Las innovaciones técnicas en las tiendas físicas, así como los cambios en las demandas de los consumidores van a reconfigurar los supermercados del futuro. Un futuro que cada vez está más cerca.
Hablamos de un sector -el sector de la alimentación- que lleva inmerso en un proceso de cambios y avances desde hace muchos años. Los supermercados se sumergieron en el mundo tecnológico hace muchos años con la implementación del código de barras, un código que ha permitido facilitar el pase por caja y la identificación, tanto del producto como de su precio.
No obstante, la aplicación y la finalidad del código de barras no se remonta exclusivamente a un mero reconocimiento del producto, sino que ha permitido gestionar el stock de las tiendas en relación con sus plataformas logísticas. Un avance que ha supuesto una mayor y mejor transformación del proceso de aprovisionamiento de las tiendas, pudiendo evitar al máximo, por una parte, la pérdida de alimentos -el desperdicio alimentario- y, por otra, la falta de mercancías para el consumidor.
Incidiendo en la gestión de los stocks, hay que partir de la base de que el promedio de un establecimiento comercial puede estar entre 12.000 y 20.000 referencias para un supermercado medio. Esto hace que la gestión que se llevaba antiguamente, la cual se hacía mirando los productos que estaban en el lineal de forma manual, se torne inviable. Hoy, con la mecanización de todos los sistemas, es posible conocer en cada momento cuáles son los niveles de reposición para esos establecimientos de cara a evitar, entre otras cosas, la pérdida de alimentos porque se caduquen. Asimismo, es necesario que aquellos que tengan una alta rotación por ventas estén continuamente chequeados, de tal manera que se puedan hacer dos servicios mínimos de entrega de mercancías por tienda para que las líneas cubran siempre las necesidades del consumidor.
No sabemos por dónde va a avanzar la tecnología, pero de lo que no cabe duda es de que la gestión de los datos es fundamental, tan fundamental como lo es el Internet de las cosas, los códigos de barras o los sensores. El objetivo último del empleo de esta tecnología es trasladar desde el establecimiento una mayor calidad de compra al consumidor. En este sentido, la gestión de los metadatos es importantísima. Las nuevas tecnologías están facilitando que el consumidor acceda a la información de cada uno de los alimentos que va incorporando a su cesta de la compra incluso, partiendo de etiquetas inteligentes con códigos QR en los propios lineales donde puede encontrar toda la información relativa a ese producto y a su trazabilidad, por ejemplo: cuándo y dónde se produjo.
De lo que se trata es de acercar más los productos al consumidor, y viceversa, para obtener la mayor cantidad de información en todos los aspectos. Información que debe estar cuando el consumidor la requiera porque, ciertamente, cuando vamos a comprar a los establecimientos de alimentación efectuamos una compra de necesidad que, por tanto, queremos realizar en el menor tiempo posible. En este sentido, hay que tener cuidado con la cantidad de información que se facilita, no dándosela al cliente, sino teniéndola ahí para que cuando el cliente quiera acceder a ella la pueda encontrar. Si no es así, con el inmenso número de productos y referencias que cuenta un supermercado le darías al consumidor tal cantidad de información que sería incapaz de procesar.
Esta gestión de los datos de cara al cliente es importante para conocer cuáles son los gustos del consumidor. Todos los movimientos de productos que salen por el lector de escáner en las cajas de los supermercados nos permiten ir conociendo cuáles son los gustos del consumidor y, por tanto, adaptar mejor los surtidos a lo que el usuario va solicitando. Ahí podemos ver desde las horas a las que se compran determinados productos a las rotaciones de los mismos. Todo esto nos ayuda a hacer un mejor encaje entre lo que dispone el establecimiento y lo que el cliente necesita.
No obstante, más allá del consumidor también destaca la tecnología aplicada al proceso logístico y de aprovisionamiento. La tecnología Blockchain cala en todos los procesos logísticos, donde se incorpora al productor y distribuidor de esas mercancías con los propios stocks de gestión de almacenes. Esta relación produce que se acorten los tiempos de respuesta y, sobre todo, que se ajusten las cantidades a los requerimientos de los establecimientos, lo que supone una mejora de la rotación del producto y, por ende, el consumidor puede acceder a productos más frescos.
Se ha trabajado mucho en la optimización de la gestión de los pedidos de las tiendas a sus plataformas y luego de sus plataformas a sus proveedores, una gestión que está cada vez más integrada, lo que hace que el punto de pedidos, que es cuando el establecimiento necesita reponer esa mercancía in time, se produzca casi en el momento, haciendo que el artículo entre en la tienda antes de que se produzca una rotura de stock, es decir, que haya producto para el siguiente consumidor.
En definitiva, estamos ante un avance sustentado en el empleo de los códigos de barras y la tecnología de análisis de datos.