El mar echado de estos días ha incrementado la llegada irregular de inmigrantes a Canarias, agravando de forma preocupante la crisis migratoria que vienen soportando las Islas.
Las calmas no han hecho más que empezar, y los datos vuelven a ser alarmantes. Solo el pasado fin de semana llegaron 18 embarcaciones a cinco islas diferentes, entre cayucos, pateras y lanchas neumáticas. En total, 1.173 migrantes en menos de 48 horas. Entre ellos, más de 200 menores.
La crisis humanitaria de la inmigración en la peligrosa ruta canaria exige ser abordada de una vez por todas como un asunto de Estado. La nueva avalancha no ha hecho más que empezar. No es descabellado intuir que las cosas empeorarán en las próximas semanas, como consecuencia de la mayor inseguridad en la región del Sahel, el agravamiento de la hambruna en el continente y el trágico terremoto sufrido en Marruecos.
Todo un drama que exige una respuesta mucho más contundente y eficaz por parte de la Administración central y las autoridades europeas. De ahí la petición de auxilio reiterada por el presidente Clavijo, dirigida al Gobierno de España y a la Comisión Europea.
Los recursos disponibles en las Islas son limitados, y el impacto directo que la inmigración irregular está teniendo en la gestión de los servicios públicos fundamentales de la Comunidad Autónoma de Canarias resulta inabordable.
El Gobierno de España debe asumir su responsabilidad de forma urgente. Y además, debe hacerlo bien, poniendo fin a la descoordinación competencial y la maraña burocrática en la que se pierde hoy la gestión de la inmigración. Resulta imprescindible establecer un mando único, que coordine con eficiencia el trabajo de los seis ministerios implicados en la materia: Interior, Exteriores, Migraciones, Menores, Defensa y Fomento.
Y de la misma forma, el Gobierno de España -hoy en la presidencia de turno del Consejo de la Unión Europea-, debe exigir una mayor implicación de las autoridades comunitarias en el abordaje de esta crisis, asumiendo su responsabilidad para garantizar el papel de tránsito que corresponde a Canarias como frontera sur de la UE.
Las Islas no pueden seguir solas en esta crisis.