24/11/2024

¿Truco o trato?
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Créanme cuando les digo que estoy obsesionado con crear una Canarias emprendedora, que compita por arriba y que le dé esperanza a la juventud. No como una frase hecha típica de un panfleto, sino como un propósito de vida, que se va cumpliendo con cada acción que voy desarrollando en mi papel de presidente de AJE. […]

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Créanme cuando les digo que estoy obsesionado con crear una Canarias emprendedora, que compita por arriba y que le dé esperanza a la juventud. No como una frase hecha típica de un panfleto, sino como un propósito de vida, que se va cumpliendo con cada acción que voy desarrollando en mi papel de presidente de AJE.

Por eso, aprovechando los días en los que he escrito este artículo, nada más y nada menos que el día de los muertos, quiero compartir algunas reflexiones que me invitan a pensar que debemos seguir trabajando, de manera cohesionada, para que dejemos de empujar a la juventud a querer se funcionarios.

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Yo les prometo, que cuando me di de alta como autónomo, era un ser de luz. Yo estaba feliz porque iba a poder trabajar en algo que verdaderamente me apasionaba, mejorar la vida de la gente a través de la formación. Sin embargo, al comenzar mi andadura, fui adoptando una serie de personalidades más propias de una fiesta de Halloween, que de lo que se supone que debe ser un trabajador, aunque sea por cuenta propia.

Hoy les invito a conocer cada uno de los personajes que la juventud empresaria interioriza cuando empieza en esta jodida aventura de crear riqueza y empleo.

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Jóker.

Pasaron apenas unos meses de mi alta y la ilusión supuraba por cada poro de mi piel. Lo habíamos conseguido, había puesto en marcha mi gran proyecto, una empresa que iba a cambiar el mundo. Miro hacia atrás y pienso… “cosita”, qué bonito que era vivir con ese pensamiento.

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En tan solo unos meses, aprendí que gestionar personas era más complicado de lo que creía, que no todo el mundo iba con buenas intenciones, y que la vida de fantasía e ilusión con la que puse en marcha mi proyecto, pronto se tornaría en un gran maremágnum para que el no todo el mundo está preparado. De ahí que las empresas fracasen sobre todo en los primeros años.

Recuerdo que alquilé un local porque me encantaba el suelo, y después de firmar el contrato y limpiarlo, se me ocurrió llevar a un ingeniero. Sí, así de torpe fueron mis primeros pasos. Este me dijo que no era posible abrir sin una inversión de cien mil euros. Yo tenía menos trescientos en la cuenta, y al hablar con el abogado que me lo había alquilado y exponerle mi caso, me dijo que lo sentía, que tenía que pagarle el contrato completo. No me lo podía creer, empecé a llorar como un loco, y me dejó irme pagando una multa de tres mil euros; así como lo oyen.

Me pasé unos días transitando de la risa al llanto y con ganas de quemar el local, y deseando cosas terribles a aquel ser malvado. Fue la primera vez que experimenté ser El Joker.

Zombie.

No le quepa duda a nadie de que soy un vividor, por eso, creo profundamente en el derecho al descanso, a la desconexión digital y sobre todo a que las personas que formen parte de los equipos, tengan una vida maravillosa. Créanme si les digo que he empezado a valorar la jornada laboral de cuatro días para mis empresas, por eso, me exploto de la risa recordando que ser autónomo no tiene nada de esto. De hecho, mientras escribo estas letras me sale una sonrisa pensando que hoy es día de fiesta, y me puse el despertador a las 6:00 am para poder adelantar un poco.

Cuando empecé en la formación me convertí en un verdadero hombre orquesta, de esos que hacía producción, administración y marketing a la vez sin rechistar. Trabajaba física y mentalmente unas catorce horas diarias y nadie entendía por qué lo hacía si al final de mes, solo me daba para pagarlos gastos de la empresa. Hay que hacer un enorme ejercicio de fe para entender que todo va a ir mejor, pero en esta primera fase de cualquier proyecto, asumes el segundo personaje recurrente, te conviertes en un verdadero zombie.

No importa si has dormido o no, a primera hora de la mañana toca ducha y cual Frankenstain, te vas a trabajar en tu proyecto que para eso eres empresario.

Freddy Krueguer.

No eres brujo, pero te encomiendas a cualquier ritual para pagar nóminas, seguros sociales, local, agua, luz, teléfonos de empresa, comprar material, pagar la asesoría, impuestos, lidiar con los bancos, pagar tu plan de igualdad, pagar el servicio de prevención de riesgos laborales, y cualquier otro gasto que seguro que se me está quedando atrás derivado de ser emprendedor o empresario.

Sé de mucha gente que usa como pócima el prozac, la melatonina o la medicina china, que va al fisio porque “no entiende por qué le duele la espalda” y que busca mil y una ideas para hacer algo tan básico y vital como es dormir.

Supongo que cuando te haces empresario y un viernes te llega una notificación de cualquier administración, te haces colega de Freddy y descubres que no era tan malo como creíamos cundo éramos niños. Freddy Krueguer era tan solo un empresario quemado del sistema que se colaba por las noches en las cabezas de la gente a modo de pesadilla. Si lo piensas, todos hemos tenido impulsos de asesino en serie cuando sufres la injustalapidación social que se han empeñado en hacernos a los empresarios.

Chucky.

Te ha cambiado el carácter, me dicen algunas de las personas que me conocen desde hace años y es que, cómo no te va a cambiar el carácter cuando la vida de cualquier emprendedor se ha convertido en una fiesta de Halloween constante.

Supongo que pasan los años y si logras superar el umbral de la destrucción, empiezas a disfrutar un poco más de tu proyecto, de las personas que lo componen, y de todas las cosas buenas que te aporta dejar tu granito de arena a través de tu negocio pero, no nos vamos a mentir, es imposible que ante cualquier alerta de peligro, tu mente se transforme y te conviertas en el verdadero muñeco diabólico.

No, no he cambiado mi carácter, simplemente he aprendido a no sufrir y a dejar que Chucky salga cuando el mundo se vuelve hostil.

Drácula.

Voy acabando, y como colofón quiero reflexionar sobre la dureza de las administraciones a la hora de sancionar. No te forman para ser empresario, vivimos en constante cambio legislativo y lo cierto es que a veces las cosas no salen como uno espera.

Por eso llega un momento en el que vives acojonado pensando cuando llegará Drácula a tu vida en forma de administración sancionadora.

No olvidemos que muchas veces, se devuelven los recibos por un euro para luego venir con recargos, vamos, todo es ayuda, véase el sarcasmo.

Con este panorama, es normal que cuando vayas a una charla en una clase de ADE el noventa por ciento quiera ser funcionario. Terrible, pero es así.

Me despido con un mensaje optimista, aquellos que estamos en este tenderete, hemos aprendido a disfrutar de las adversidades sacando lo mejor de cada situación, y respondiendo con humor, clave para ser empresario, cada vez que un problema toca nuestra puerta.

La gente normal lo hace una vez al año, nosotros lo hacemos con cada notificación. La miramos, respiramos profundamente, y tras abrirla le decimos: ¿Truco o trato?

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