12/06/2025

Tu mejor comercial trabaja 24/7
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Airam Abella. CEO de UEBOS Comunicación

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A nadie se le escapa que vivimos en un entorno donde la competencia es feroz y la atención del cliente, escasa. Las empresas ya no compiten solo por precio o calidad, sino por segundos de atención. Y en esa batalla silenciosa, el vídeo ha dejado de ser un formato opcional para convertirse en el vehículo más directo, emocional y persuasivo para llegar al consumidor. El vídeo no es un lujo ni una moda: es una herramienta estratégica que trabaja por tu marca incluso cuando tú no estás presente. No hay más que mirar el contenido que más potencian las redes sociales, y no me refiero solo a Instagram o TikTok, sino a LinkedIn y X.

Para muchas pymes, negocios digitales o profesionales que no pueden permitirse grandes equipos comerciales, el vídeo se ha convertido en su mejor vendedor. Está disponible 24 horas al día, no cierra por vacaciones, no necesita comisiones y tiene algo que pocos comerciales logran: la capacidad de explicar, emocionar y convencer en menos de un minuto.

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No se trata de grabar por grabar. Se trata de comunicar con intención, de construir relatos que conecten y generen confianza. Porque hoy, más que nunca, si no sabes contar lo que haces, es como si no lo hicieras.

Del vídeo de producto al vídeo con propósito: lo que hoy realmente conecta

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El vídeo corporativo, tradicionalmente fue una pieza estática: planos del producto, alguna frase institucional, música de fondo y una voz en off repitiendo lo evidente. ¿El resultado? Contenidos correctos, pero olvidables. Las redes están llenas de estímulos, por lo que eso ya no funciona. Hoy, el consumidor no se pregunta solo “¿qué vendes?”, sino “¿para qué lo haces?” y “¿por qué debería importarme?”

Ahí está el giro. El vídeo ya no debe centrarse solo en mostrar lo que haces, sino en comunicar por qué lo haces, qué problema resuelves y qué impacto generas. Esa es la diferencia entre un vídeo de producto y un vídeo con propósito.

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Un vídeo con propósito no vende directamente, pero construye confianza, credibilidad y diferenciación, lo cual sí vende a medio y largo plazo. Transmite tus valores, tu filosofía y tu visión. Y lo más importante: conecta emocionalmente con quien te ve.

Esto es especialmente clave para negocios de servicios, consultoría o cualquier propuesta basada en la confianza. Si tú no estás presente, ¿quién habla por ti? Un vídeo bien enfocado puede explicar tu enfoque, mostrar tu forma de trabajar, resolver objeciones y generar empatía. No solo te posiciona, te convierte en una opción real.

Sobre todo, en un mercado donde la autenticidad vale más que la perfección, porque un buen vídeo no necesita efectos especiales: necesita verdad. Y esa es la narrativa que hoy construye marca.

Puede que tú, que estás leyendo esto, ya lo tengas claro. Pero por si andas un poco despistado, o simplemente quieres confirmar que lo estás haciendo bien, vamos a repasar juntos los tipos de vídeo más comunes y para qué sirve realmente cada uno. Porque sí, no todos los vídeos sirven para todo, y aquí es donde muchas marcas se equivocan: crean un vídeo sin saber a qué necesidad responde.

Por un lado, tenemos los vídeo corto en formato vertical (TikTok, Reels, Shorts), los cuales son ideales si tu objetivo es captar atención rápida, mostrar un beneficio clave o ponerle rostro y voz humana a tu marca. Funciona muy bien para generar alcance orgánico y construir comunidad si publicas con frecuencia y autenticidad.

Después tenemos los vídeo explicativo con una duración de 1-2 minutos, los cuales son perfecto para páginas de venta, emails o presentaciones comerciales. Este tipo de vídeo te permite explicar conceptos, procesos o servicios de forma clara, directa y didáctica. Reduce dudas, acorta el proceso de decisión y mejora la conversión.

También tenemos los testimoniales, ya que ¿qué mejor que un cliente salga en redes contando cómo le ayudaste? Este tipo de vídeo transmite credibilidad real. No se trata de actores ni de guiones perfectos, sino de personas reales hablando desde su experiencia. Lo mejor es que sean lo más naturales y que no parezca una gran producción, eso le da veracidad. Es oro para generar confianza, especialmente si vendes servicios, consultoría o soluciones de alto valor.

Y para los que les gusten los vídeos largos o documentales de su marca (YouTube, web, presentaciones), también tienen este formato, pero siempre contando una historia potente, una misión clara o un relato diferenciador. Este tipo de contenido puede posicionarte como referente siendo más emocional, más profundo, más inspirador. No se trata de vender, sino de conectar con el propósito, la visión y los valores que te mueven.

Elegir bien qué tipo de vídeo necesitas y dónde lo vas a mostrar no es una decisión estética ni técnica. Es estratégica. El mismo contenido mal enfocado puede no lograr nada, pero una pieza bien pensada, en el canal adecuado y con un objetivo claro, multiplica tu impacto.

¿Y si no tengo recursos para hacer vídeos?

Esta es, probablemente, la excusa más común que nos ponemos cuando tenemos delante algo nuevo que nos incomoda, nos reta o simplemente no sabemos por dónde empezar. Lo que antes requería un equipo de producción, guionista, operador y editor, ahora está literalmente en el bolsillo. Con un móvil, un guion bien pensado y una mínima dosis de intención, puedes crear piezas audiovisuales más efectivas que muchos vídeos caros y vacíos de mensaje.

Lo importante no es la cámara, es la claridad. No es el presupuesto, es el propósito. Un vídeo grabado con natu- ralidad, donde expliques lo que haces, cómo lo haces y por qué lo haces, vale infinitamente más que una producción fría que no dice nada.

Además, existen herramientas gratuitas o de bajo coste como CapCut, Canva Video, InShot o Caption que permiten editar, subtitular y dar forma a tus vídeos con resultados más que profesionales. Lo que no se justifica ya es quedarse paralizado esperando “el momento perfecto” o “el presupuesto ideal”. Porque en comunicación, hacer algo imperfecto siempre es mejor que no hacer nada.

La comunicación que impacta, hoy, tiene cara y voz.

El vídeo no compite con tu equipo comercial. Lo refuerza. No sustituye tu presencia, la multiplica. Trabaja cuando tú no estás, abre puertas que no puedes tocar y explica lo que haces de una forma que la gente sí quiere escuchar.

En un mercado donde lo visual ya no es un complemento, sino el lenguaje principal, no apostar por el vídeo es como negarse a hablar el idioma de tus clientes. Si tú no cuentas tu historia, otros contarán la suya. Y lo harán mejor, más claro, más rápido y en vídeo.

Así que la pregunta ya no es si necesitas crear contenido audiovisual para vender más. La pregunta es: ¿cuánto más vas a tardar en hacerlo?

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