El reflejo en el espejo
Me miro al espejo y no siempre reconozco al hombre que me devuelve la mirada. Porque, ¿quién soy ahora? ¿Acaso me estoy convirtiendo en uno de ellos? Esta es la pregunta que me atormenta últimamente, y creo que es momento de compartirla. Llevo años trabajando con la Asociación de Jóvenes Empresarios, una iniciativa que nació de la pasión, del deseo inquebrantable de hacer que las cosas sucedan. Desde el primer día, nuestro lema ha sido nuestro norte, nuestro faro en la tormenta. Pero ahora, me pregunto si esa luz sigue brillando tan fuerte como antes, o si me he dejado arrastrar por la corriente.
El juego político.
Organizar premios para jóvenes empresarios debería ser una celebración del esfuerzo, del trabajo bien hecho. Pero en el proceso, he descubierto que el aspecto más complicado no es la logística ni los premios en sí, sino el sitting. Colocar a la gente en los asientos correctos, evitar que se molesten, que se sientan menospreciados. Es un juego político, una danza de egos que nunca me interesó, pero en la que ahora me veo atrapado. Me doy cuenta de que, a veces, me encuentro más preocupado por las apariencias, por mantener a todos contentos, que por el verdadero propósito de nuestro trabajo.
El temor para perderse.
Me aterra pensar que estoy cayendo en los mismos errores que siempre he criticado en la política y el sector empresarial. ¿Dónde quedó la esencia, el trabajo duro y los hechos por encima de todo? Es fácil perderse en este mundillo. Nos involucramos tanto que olvidamos por qué empezamos. Nos dejamos influenciar por las normas no escritas, por las expectativas y las presiones de quienes nos rodean. Pero hoy, quiero hacer un alto, quiero recordarme a mí mismo, y a todos ustedes, por qué estamos aquí.
Un ejercicio de presencia.
Estoy haciendo un ejercicio consciente para estar más presente, para no olvidar jamás por qué comenzó todo esto. La Asociación de Jóvenes Empresarios no es solo una organización, es una misión, un compromiso. Nuestro lema, «Para que las cosas sucedan», debe estar siempre por encima de cualquier otra con- sideración. No quiero ser uno de ellos. No quiero perderme en el juego político, en la su- perficialidad de las apariencias. Quiero seguir siendo fiel a mis principios, a mis valores, y recordar que estamos aquí para marcar la diferencia, no para convertirnos en una versión que siempre hemos criticado.
La trampa del reconocimiento.
El reconocimiento y la aceptación pueden ser trampas insidiosas. En el afán de ser valorados, podemos perder de vista nuestros verdaderos objetivos. Comenzamos a priorizar lo que otros piensan de nosotros en lugar de lo que realmente importa. Esta trampa es peligrosa porque, una vez que caemos en ella, es difícil salir. Comenzamos a medir nuestro éxito no por nuestros logros reales, sino por el número de personas que nos aplauden. Pero el verdadero éxito no se mide en aplausos, sino en impacto.
Manteniendo la esencia.
Para mantenernos fieles a nuestra esencia, debemos recordar constantemente por qué comenzamos este viaje. La Asociación de Jóvenes Empresarios se fundó con la visión de cambiar el mundo empresarial, de hacer que las cosas sucedan. Esta misión debe guiar cada decisión que tomemos. No podemos permitir que la burocracia y la política diluyan nuestra pasión. Debemos ser guerreros en este campo, luchando por lo que creemos y manteniendo nuestra integridad intacta.
La influencia del entorno.
El entorno en el que operamos tiene un impacto significativo en nuestras acciones y decisiones. Si nos rodeamos de personas que valoran más las apariencias que la sustancia, corremos el riesgo de adoptar esas mismas prioridades. Es crucial elegir cuidadosamente con quién nos asociamos y de quién tomamos consejo. Debemos buscar aliados que compartan nuestros valores y visión, que nos desafíen a ser mejores y a mantenernos en el camino correcto.
Un compromiso personal.
Hacer un ejercicio de presencia significa comprometerse a ser consciente de cada acción y decisión. Es un compromiso personal de no dejarse llevar por la marea, de recordar siempre por qué empezamos. Es fácil decir que no queremos convertirnos en uno de ellos, pero requiere esfuerzo constante y reflexión para asegurarnos de que realmente estamos viviendo según nuestros principios. Esto implica evaluarnos regularmente, cuestionar nuestras motivaciones y ajustar nuestro rumbo cuando sea necesario.
El poder de la comunidad.
La fuerza de la Asociación de Jóvenes Empresarios radica en su comunidad. Juntos, podemos lograr mucho más de lo que podríamos individualmente. Pero esta comunidad solo puede ser efectiva si cada uno de sus miembros está comprometido con la misión y los valores de la organización. Debemos apoyarnos mutuamente, mantenernos responsables y recordar que nuestro verdadero enemigo no es la competencia externa, sino la complacencia interna.
La visión a futuro.
Mirando hacia el futuro, debemos mantener nuestra visión clara y nuestro propósito firme. La tentación de conformarnos con lo que es fácil o popular siempre estará presente, pero debemos resistirla. Debemos ser valientes, innovadores y, sobre todo, fieles a nosotros mismos. La misión de hacer que las cosas sucedan no es solo un lema, es un llamado a la acción, un recordatorio constante de que estamos aquí para hacer una diferencia real y duradera.
La declaración final.
Este es mi grito de guerra, mi declaración de intenciones. Porque, aunque el miedo a convertirme en uno de ellos es real, también lo es mi determinación de luchar contra eso. No quiero ser uno de ellos. No quiero perderme en el juego político, en la superficialidad de las apariencias. Quiero seguir siendo fiel a mis principios, a mis valores, y recordar que estamos aquí para marcar la diferencia, no para convertirnos en una versión que siempre hemos criticado. Y así, concluyo este artículo con una promesa firme, para mí y para todos los que comparten este camino conmigo.
Uno de ellos.
Cada párrafo de este artículo ha sido una reflexión, un intento de desentrañar las complejidades y desafíos de estar inmerso en el mundo empresarial y político. No es fácil mantenerse fiel a uno mismo en un entorno que constantemente nos empuja a conformarnos. Pero es precisamente en estos momentos de duda y reflexión donde encontramos nuestra verdadera fuerza. Porque al final del día, lo que realmente importa no es cómo nos ven los demás, sino cómo nos vemos a nosotros mismos. Y yo, por mi parte, elijo no ser uno de ellos.