La Fundación César Manrique es una institución de referencia en la preservación del legado artístico y ambiental de César Manrique. Sin embargo, su labor va más allá de la conservación, extendiéndose a la educación y formación de nuevas generaciones. ¿Cuál es la visión de la Fundación César Manrique en cuanto a la educación y formación? ¿Cómo se alinea con el legado de César Manrique?
Es cierto que la principal preocupación de la Fundación César Manrique debe ser difundir, estudiar y analizar el pensamiento, la obra y el compromiso de Manrique. En cada uno de estos aspectos, encontramos una fuerte componente educativa. Por ello, la Fundación cuenta desde su creación en 1992 con un departamento pedagógico encargado de llevar a cabo esta labor.
¿Han detectado un aumento del interés por el arte, la arquitectura y el medio ambiente entre las nuevas generaciones gracias a sus iniciativas?
Afortunadamente, estamos asistiendo a un cambio de conciencia en relación con el arte y la naturaleza. Aunque no es algo generalizado en toda la población, es evidente que cada vez más personas, especialmente los jóvenes, se preocupan por el medio ambiente y reconocen la importancia de protegerlo. El discurso de César Manrique, que en su momento fue pionero, hoy resuena con fuerza en una sociedad que se preocupa por el futuro del planeta. Los jóvenes, en particular, muestran un gran interés por temas ambientales y buscan soluciones para construir un mundo más sostenible.
El mensaje que planteó César Manrique hace muchos años sobre las acciones nada afortunadas de los seres humanos con la naturaleza, cobra absoluta vigencia en un mundo que, por la ceguera y la estupidez humana, parece agonizar. Estamos pués ante un discurso de máxima actualidad, un discurso que nos invita a preguntarnos si es acertado el mundo que estamos creando para nosotros y las generaciones venideras. En definitiva, estamos ante una interpelación muy necesaria y urgente.
¿Cómo se utilizan las obras de César Manrique como herramienta educativa para transmitir sus ideas y valores?
La obra de César Manrique tiene una clara dimensión educativa. Sus creaciones, como los miradores, son verdaderas herramientas para aprender a observar y valorar la naturaleza. Al situarnos frente a un paisaje, Manrique nos invita a sensibilizarnos y a conectar con nuestro entorno. Esta búsqueda constante de educar la sensibilidad es una de las características más destacadas de su obra.
¿Qué proyectos futuros tienen planeados para seguir difundiendo y preservando el legado de Manrique?
Desde 1992, la Fundación César Manrique ha desarrollado una amplia gama de actividades educativas, como cursos, talleres, exposiciones y publicaciones, con el objetivo de difundir la obra y el pensamiento de Manrique. Estas iniciativas buscan fomentar un pensamiento crítico en la sociedad, sensibilizando a la población sobre la importancia del arte, la naturaleza y el compromiso social.
En particular, nuestros programas educativos escolares se centran en dar a conocer los principales proyectos de Manrique en Lanzarote, como Jameos del Agua, el Mirador del Río y el Jardín de Cactus. A través de estas actividades, buscamos transmitir el legado de Manrique y su visión de un desarrollo sostenible para las islas.
¿Colaboran con las instituciones educativas de la isla para promover la educación artística y ambiental?
Sí. En colaboración con la Consejería de Educación, nuestros programas educativos han logrado trascender las fronteras de Lanzarote. Gracias a este apoyo, podemos ofrecer a toda la comunidad educativa canaria una amplia variedad de recursos y actividades relacionadas con la obra y el pensamiento de César Manrique. De esta manera, contribuimos a la difusión de su legado a nivel regional.
¿Qué oportunidades ve para el futuro de la Fundación en el ámbito educativo?
La educación en la sensibilidad es fundamental para el desarrollo integral de las personas. Si queremos formar ciudadanos críticos y comprometidos con su entorno, debemos fomentar el aprecio por el arte y la naturaleza. La sensibilidad no solo nos permite disfrutar de la belleza, sino que también nos hace más empáticos y capaces de comprender las complejidades del mundo que nos rodea. Cuando educamos en la sensibilidad, estamos preparando a las futuras generaciones para enfrentar los desafíos del siglo XXI. La sensibilidad es un valor que nos enriquece como personas y nos permite alcanzar nuestro máximo potencial.