No gana este país para disgustos y sobresaltos. Cuando ya casi nos acostumbrábamos a convivir en un clima de crispación social y política constante, el Presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, se tomó cinco días para reflexionar acerca de una posible dimisión. Desconcertante. Como detonante de este paréntesis, o como gota que colma el vaso, una investigación judicial a su esposa, Begoña Gómez. Una denuncia presentada por Manos Limpias que, según varios juristas, tendrá poco recorrido.
¿Realmente pensaba dimitir el Presidente del Gobierno o simplemente era un toque de atención para recordar que hasta en la guerra hay límites? ¿Estrategia política? Probablemente nunca lo sabremos, pero jamás nos habíamos enfrentado a un periodo de reflexión presidencial de este calibre, de hecho, normalmente somos los ciudadanos de a pie los que reflexionamos antes de unas elecciones. Eso sí, estos cinco días han dado para debates que amenizaron programas de televisión, sobremesas y cafés. Al margen de la veracidad de sus intenciones o no, y de lo grave que nos puede parecer el ataque a familiares, un recurso por cierto utilizado por ambas partes los últimos meses, ¿puede permitirse un Presidente del Gobierno de un país poner en vilo a toda España y a sus instituciones durante cinco días? Rotundamente no, señor Presidente, no. Ya lo decía una amiga en una de esas sobremesas tertulianas hace unos días: el país por arriba de todo, sus responsabilidades como presidente deben ser lo primero y las reflexiones personales deben hacerse en la más estricta intimidad, como hacemos el resto. Pues eso.
Sin embargo, no solo vengo a escribir este mes acerca de Pedro Sánchez y de su periodo de reflexión. Este episodio, o más bien su desencadenante, viene a consumar una tendencia de los últimos meses marcada por las denuncias y comisiones de investigación. Hace dos meses aproximadamente saltaba la noticia de la denuncia de La Fiscalía a la pareja de Ayuso por defraudar 350.951 euros a Hacienda, presuntamente. Más de lo mismo. Declaraciones, reproches de un lado y de otro, querellas, investigaciones y más show. Pero no olvidemos que allá por febrero también estalló el caso Koldo, situación que propició que muchos políticos y presidentes de distintas Comunidades Autónomas durante la anterior legislatura contuvieran el aliento. También Ábalos, que incluso concedió entrevistas en prime time. Copio y pego: Declaraciones, reproches de un lado y de otro, querellas, investigaciones y más show.
Estamos en el quinto mes del año y, que yo recuerde, vamos por tres episodios de relativa similitud, espero me entiendan. Una telenovela, un partido de tenis, un juego del pillapilla. Llámenlo como quieran. Un espectáculo y un circo político, ni más ni menos.
Vaya por delante que, por supuesto, todos los hechos delictivos o fraudulentos deben ser investigados, denunciados o perseguidos, faltaría más, máxime cuando se trata de un cargo público o alguien de su entorno que se beneficia, él o su empresa, de la posición de su familiar para aumentar su patrimonio o encontrar más facilidades presupuestarias. Sin embargo, empiezo a tener la sensación de que todo este intercambio de denuncias de la izquierda a la derecha, y viceversa, evita que aquellos que hemos elegido (y a los que además remuneramos) con el fin de que dirijan nuestras instituciones, pongan el foco en los asuntos verdaderamente importantes para la ciudadanía. Mientras Pedro Sánchez se retiraba a reflexionar en sus aposentos, miles de españoles no llegaban a fin de mes, miles de autónomos no pudieron pagar sus facturas y miles de familias han dejado de comer carne, pescado o aceite de oliva virgen extra porque los salarios solo dan para comprar arroz, pasta y pan. Mientras presentan denuncias de un lado y de otro, España sigue pasando por una sequía histórica sin un Plan Hidrológico Nacional y con más restricciones de agua que nunca en muchas partes de nuestro territorio. Mientras se preocupan por ver quién presenta más actos reprochables en las Comisiones de Investigación, la vivienda sigue subiendo y deja a muchos españoles sin un céntimo en el bolsillo después de pagar el alquiler mensual de un “cuchitril” de una habitación por 1.200 euros. Mientras ellos siguen con el circo y el espectáculo de la gresca política a la que, inevitablemente, parece que nos vamos acostumbrando, los españoles con vidas sencillas, seguimos teniendo los mismos problemas, solo que más graves, pues nuestros políticos, aquellos que deberían estar estrujando sus cerebros para ayudarnos, están (y perdónenme la expresión tan coloquial) tirándose de los pelos unos a otros.
Reconozco que estas líneas están inusualmente marcadas por la irritación y el disgusto, pero resulta indignante ver a muchas familias luchando, y a tantas empresas tratando de pagar sus nóminas y seguir creciendo, mientras la clase política parece tener solo el objetivo de bombardear constantemente a los contrincantes. Un empleado cualquiera no puede tomarse unos días de reflexión por motivos personales y un autónomo a duras penas puede denunciar a un proveedor que lo ha estafado porque tiene que emplear el tiempo en trabajar más para tapar ese agujero. ¿Por qué los políticos tienen todo el tiempo del mundo para reflexionar y denunciarse entre sí? Estamos agotados de tantas querellas, de tanto reproche, de tantos pseudo artículos periodísticos desprestigiando unos y a otros, fami- liares incluidos. Los de aquí abajo tenemos problemas reales.
Un clima así jamás favorecerá el desarrollo social y económico, la economía necesita de una estabilidad que, nuestros políticos, no propician en estos momentos.
Montserrat Hernández
Directora de Tribuna de Canarias