05/05/2024

El poder de la mayoría
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Es imposible que la columna de este mes sea ajena a la realidad política que vivimos y a la polarización de las opiniones. Es blanco o es negro. Parece que no hay grises.

En mi vida personal intento, desde hace mucho, no informarme de las noticias políticas o jurídicas por ningún medio tradicional.

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Las noticias jurídicas porque el noventa y pico por ciento de lo escrito contiene errores técnicos de tal calibre que para un profesional medio deben ser consideradas noticias falsas porque falsean la realidad. En esta nuestra columna mensual hemos intentado ir explicando y desgranando los temas jurídicamente relevantes desde un punto de vista técnico para que, quien dedica su tiempo a su lectura, esté correctamente informado. Solo eso, información.

Sobre las noticias políticas tengo el sentimiento de estar aislado de la realidad puesto que lo que leo en los medios generalistas no coincide que lo que hablo con clientes, amigos y conocidos. Ya ni valoro a los tertulianos que, a estas alturas de la vida, debe ser un concepto con categoría de insulto en patio de colegio: ¡tú y tus padres sois tertulianos! De hecho, hay una leyenda urbana de un tertuliano que dijo no poder responder al no conocer nada sobre la física de fluidos en medio de un bloque de derecho administrativo y cirugía vascular. Si alguno de los cinco lectores habituales de la columna me invita a comer, igual me arranco a contar como recomendé a un amigo con pocos conocimientos profesionales, que ha ido aumentando hasta convertirse en una persona capaz, ser tertuliano. Lo logró. Un día veo como un pariente me dice: “no, es que el abogado ese de la tele dice que…” En ese momento fui consciente del daño que había hecho al mundo. Pero esa es otra historia.

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Hablaba de la falta de rigor de las noticias políticas. Es cierto que apenas las leo o veo. Aun así, opino a través de esta columna. Entiendo que es mi necesidad y mi tratamiento terapéutico de verbalizar mi desasosiego con la situación actual. Vivimos en la inseguridad de lo que nuestro gobierno (o aspirantes a gobierno) dicen y prometen unas cosas antes de unas elecciones, justo después de los resultados es justo lo contrario.

La amnistía como clave de bóveda conceptual de lo que nos está sucediendo como país, como sociedad.

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El vilipendio, el desprecio a quien piensa en contra del mainstream político es el desprecio y el asilamiento. Es curioso ver videos de numerosos ministros que hace un mes decían que la famosa amnistía no era constitucional. Incluso los informes de los indultos de los delincuentes condenados por malversación y sedición así lo afirmaban. El flamante nuevo ministro de transportes ya afirmó que la amnistía nunca habría existido de no necesitar los votos. Luego cambió de criterio. O se lo cambiaron. Ya cada uno que piense lo que quiera. Eso sí, si tu piensas como pensaban y verbalizaban todos antes de llegar al acuerdo con el fugado: ¡fascista!. El adjetivo ya me empieza a parecer un piropo en el contexto actual.

Vivimos en un mundo donde la gente, a lo largo de todas y cada una de las capitales de provincia se manifestaron delante de las sedes del PSOE, apenas nada sale en las noticias. Mourinho, un visionario, reflexionaría: ¿por qué?.

Quiero traer a esta columna una serie de extractos de aquello que escribí en esta Tribuna.

El 5-12-2022 en la columna: “La peligrosa tensión entre los Poderes del Estado”, quedo escrito lo siguiente: “Por otro lado, tenemos la modificación del delito de sedición que se ha colado en las votaciones de esta semana y que implica que si hubiese unos mismo hechos como los que dieron origen al llamado “juicio del proces” los responsables no tendrían las mismas consecuencias penales. Es decir, podrían montar otro show como aquel sin consecuencias. La votación de la reforma del código penal para reformar la sedición es digna de ver. Se levantaron todos en pie votando al grito de: ¡sin fisuras!, mientras aplaudían con gran alborozo.”

Poco más hay que añadir a lo expuesto hace ya un año. ¡Cómo pasa el tiempo y qué duro es tener razón!

El 16-1-2023 en la columna: “!Se armó el Belén en el Congreso y en el Tribunal Constitucional!”: “Primero debemos definir cuál es el objeto de la batalla que no es ni más ni menos que la proposición y nombramiento de cuatro vocales del Tribunal Constitucional” y finalizó aquella columna: “Tanto es así que vemos la importancia de acuerdos más allá de mayorías parlamentarias. Esto es porque el Tribunal Constitucional es el árbitro que vigila. Fuera de la Constitución no hay democracia. Fuera de la Constitución no hay nada bueno para España como sociedad”

Hoy todos tenemos claro, un año después que el Tribunal Constitucional es un 7-4 en votos en según qué materias relevantes para las políticas del gobierno. Nada me alegraría más que, dentro de un año, poder escribir: me equivoqué. Con un pero, el reconocer que mi error de visión no vienen causado porque hubiera una imposición externa que determine este cambio.

Hoy, mientras escribo esta columna leo con pavor como partidos políticos han empezado a presentar querellas contra miembros del Consejo General del Poder Judicial y querellas contra jueces que sustancian procedimientos contra miembros de partidos que están conformando el gobierno de España.

Leo como el ministro de transportes que se vislumbra como un magnífico diplomático ya está afirmando que el lawfare, concepto tan de moda en este nuevo ataque al poder judicial, es como las meigas que uno puede no creer en ellas pero haberlas, haylas.

El concepto lawfare que se está utilizando está anudado en una conceptualización frentista utilizada por los partidos que conforman el gobierno de España que trasladan una imaginaria guerra desde el poder judicial contra el poder ejecutivo/ legislativo (que en la práctica es lo mismo estos últimos seis años). ¿Qué un político es condenado por malversación?: persecución. ¿Qué un político es condenado por sedición?: lawfare. ¿Qué al político o al familiar del político que quiero hundir no lo condenan?:lawfare.

Es importante pelear para defender una serie de cuestiones, como la separación de poderes, a la que estábamos tan acostumbrados que no le damos el verdadero valor que tiene.

Quiero finalizar la columna con la explicación de su título. El poder de la mayoría. Creo que es una frase, expresión o, mejor dicho, conceptualización de lo que significa. El poder de la mayoría nos será explicado en el sentido de que el pueblo es quien decide y si el Parlamento es quien el mandato popular, la mayoría popular debería poder elegir cualquier cosa. Pero esta mayoría es solo de un sentido, un camino sólo de ida.

Fuera de la Constitución no hay democracia. Fuera de la Constitución no hay nada bueno para España como sociedad.

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