El Salario Mínimo Interprofesional (SMI) ha sido uno de los temas más relevantes en las políticas laborales de los últimos años. Desde 2018, el SMI ha crecido un 54%, pasando de 735,90 € a los 1.134 € actuales. Este aumento responde a una realidad innegable: la vida es cada vez más cara. La inflación acumulada, el encarecimiento de la energía y los alimentos golpean continuamente a las familias, y garantizar un salario digno es un paso necesario hacia la justicia social.
Pero esta medida no puede analizarse de manera aislada. Existe otra cara de la moneda: las empresas, especialmente las pequeñas y medianas, que representan el 99,8% del tejido empresarial español, según el Ministerio de Industria. Si ignoramos sus necesidades, ¿quién garantizará el empleo que todos defendemos?
El desafío canario, una balanza desequilibrada.
La subida del SMI tiene un impacto directo sobre los costes empresariales, que ya enfrentan una situación crítica, y en Canarias este reto es especialmente complejo. Nuestra economía depende de un modelo estacional basado en el turismo y el comercio, sectores que no solo son vulnerables a la inflación y los sobrecostes generales, sino que además enfrentan barreras propias derivadas de la insularidad.
El transporte, la energía y el acceso a materias primas en Canarias son más caros que en el resto del territorio nacional. Esto coloca a nuestras empresas en una posición de fragilidad
extrema, especialmente a las pymes, que son el corazón de nuestra economía local. En este contexto, cada subida de costes se convierte en una amenaza directa al empleo.
El empresario no es el enemigo.
Es hora de desterrar la narrativa de que los empresarios son los villanos en esta historia. Somos quienes asumimos riesgos, quienes generamos empleo y quienes, en muchos casos, sacrificamos beneficios para mantener nuestras empresas a flote.
En Canarias, y en mi papel como presidente de AJE Canarias, conozco a empresarios que priorizan pagar sueldos antes que cubrir sus propios gastos, que enfrentan cada día el desafío de sostener sus negocios en una economía que no siempre les da las herramientas necesarias para prosperar.
Subir el SMI es una medida justa y necesaria, pero no podemos hacerlo dejando atrás a quienes crean empleo. Incentivos fiscales, ayudas directas o bonificaciones en las cotizaciones sociales son pasos imprescindibles para garantizar que el progreso laboral no se convierta en una carga insostenible para las empresas.
Un llamado a construir juntos.
La patronal empresarial ya ha advertido en numerosas ocasiones que subir el SMI sin medidas complementarias puede tener graves consecuencias. En Canarias, esta advertencia cobra aún más peso debido a nuestras particularidades económicas y geográficas.
Es el momento de que el Gobierno escuche. No se trata de frenar avances, sino de construir soluciones conjuntas que permitan a trabajadores y empresarios crecer de la mano. El progreso real no se mide solo en salarios más altos, sino en la capacidad de crear una sociedad donde todos prosperemos. Queremos una Canarias con sueldos dignos, pero también con empresas fuertes que puedan seguir generando empleo y riqueza.
Canarias no puede permitirse un progreso a medias. El futuro no se construye dejando a nadie atrás: ni a los trabajadores, ni a las empresas que los sostienen.
Agoney Melián – Presidente de AJE Canarias