27/07/2024

El reto de la convivencia
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Enero es sinónimo de buenos propósitos, de expectativas y de promesas. Pero enero también es sinónimo de FITUR. Cada año, los últimos días del mes inaugural acogen la esperada y tradicional cita, la feria turística más importante de nuestro país y una de las más importantes, me atrevería a decir, del mundo. Solo la etapa […]

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Enero es sinónimo de buenos propósitos, de expectativas y de promesas. Pero enero también es sinónimo de FITUR. Cada año, los últimos días del mes inaugural acogen la esperada y tradicional cita, la feria turística más importante de nuestro país y una de las más importantes, me atrevería a decir, del mundo. Solo la etapa más aguda de la pandemia puso en jaque este evento de carácter obligatorio para todo al sector turístico y, en general, el político, aunque tal vez habría que preguntarse el motivo y la necesidad de que cargos que nada tienen que ver con este sector gasten dinero público en ir a sacarse fotos en la inauguración y pasearse entre los distintos stands, pero ese es otro tema. Ahora que lo digo, un día no muy lejano deberíamos abordar el tema del gasto público en según qué cosas, especialmente en los gastos superfluos e innecesarios, casi rozando el derroche, que hacen ciertos políticos. Lo dicho, eso otro día.

Volviendo al hilo de este importante evento, FITUR llega en un momento de bonanza turística, de hecho, las llegadas de visitantes extranjeros se colocaron entre enero y noviembre de 2023 en 79,8 millones, un 0,8% por encima de 2019, año antes de la pandemia.

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Si nada cambió a último momento, el 2023 se situará por encima de las cifras previas a la irrupción del covid, donde la cifra ya se situaba en 83,92 millones de turistas, según los datos del INE. Asimismo, el dato del gasto también acompaña, con un aumento anual de un 17% por encima de 2019. De esta manera, el turismo vuelve a ser uno de los principales motores económicos de nuestro país.

Si nos situamos en Canarias, las propias patronales hoteleras hablan de un 2023 muy bueno. Las islas han recibido un 4,9% más de turistas internacionales en lo que se refiere al acumulado de enero a octubre del año 2019. En consonancia con el contexto nacional, con los buenos datos de ocupación que se han tenido durante el año pasado y las previsiones optimistas para los próximos meses, existe ilusión por el 2024, un año donde se consolidará la tendencia de recuperación que ha ido experimentando el archipiélago. En resumen, “el partido” lo empezamos como equipo ganador, con ilusión.

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Con un sector que empuja de toda nuestra economía, y del que dependen a su vez otros sectores, todos deberíamos estar felices. Tras años viviendo con miedo la llegada de una nueva crisis, tenemos razones para pensar que seguiremos sosteniendo la embestida, al menos de momento. Deberíamos tener razones para estar felices. Sin embargo, al mismo tiempo que nuestro sector estrella sigue creciendo y manifestando su buena salud, emerge también un ligero descontento en algunos sectores de la población, dando lugar incluso a una cierta turismofobia, cada vez más acuciantes en las islas, especialmente en ciudadanos de a pie. Sin duda es, cuanto menos curioso, el hecho de que unas islas que dependen en su mayoría de la actividad turística, experimenten este fenómeno, pero no lo digo de manera molesta, más bien ávida de saber qué nos puede llevar a esta situación. Es más, probablemente entienda ciertos sentimientos.

Creo que es sumamente complicado hacer un análisis de todo ello, probablemente, y lo digo desde el desconocimiento, nos hemos centrado más en atraer y mejorar la experiencia del turista extranjero que en mejorar la vida de los canarios, y vaya por delante que no son cuestiones incompatibles. Muchos ciudadanos se quejan del poco espacio para vivir una rutina en sus propios municipios, por no hablar del terrible encarecimiento de la vivienda debido, en gran parte, al aumento desproporcionado del alquiler vacacional, lo cual ha retirado a la gente de los centros históricos de sus pueblos y ciudades. Asimismo, las atrocidades que han realizado algunos visitantes en parques naturales y espacios protegidos aumentan el rechazo, razón por la que, más que nunca, la administración debe hacer una labor de vigilancia para asegurar que nuestros montes, playas y enclaves turísticos y patrimoniales sigan siendo cuidados y respetados.

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El sector turístico se enfrenta, bajo mi punto de vista, a uno de los mayores retos de los últimos años: lograr una convivencia armoniosa y feliz entre visitantes y residentes, volver a crear el vínculo entre aquellos que quieren disfrutar de nuestra tierra y aquellos que hemos decidido echar raíces en ella, convirtiéndola en nuestro hogar. ¿La digitalización? Está en marcha. ¿La sostenibilidad? Poco a poco la estamos integrando como parte de nuestro día a día también en nuestras empresas. ¿Mejores laborales para nuestro personal? Podemos avanzar aún más. ¿Mejorar la cualificación denuestros profesionales? Debemos seguir profundizando.

Todo va en marcha, al margen de infinitas cosas que tene- mos que cambiar y mejorar, pero sin lugar a dudas, el reto del sector turístico para los próximos años será la convivencia.

Montserrat Hernández
Directora de Tribuna de Canarias

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