27/07/2024

Mi enfermedad no me define
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Pensarán que me ocurre, pero no. Este titular tiene razón de ser. Es el título de la historia de una joven aprendiz como es- critora, pero con una mochila a su espalda con la que lleva cargando desde su infancia. La autora del libro cuenta su historia desde que fue diagnosticada de Esquizofrenia. Escuchamos esa palabra y nos […]

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Pensarán que me ocurre, pero no.

Este titular tiene razón de ser.

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Es el título de la historia de una joven aprendiz como es- critora, pero con una mochila a su espalda con la que lleva cargando desde su infancia. La autora del libro cuenta su historia desde que fue diagnosticada de Esquizofrenia.

Escuchamos esa palabra y nos sigue pareciendo alarmante, cosa que no debería ser así.

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No estamos en el siglo XIX, pero tampoco en el XX en donde conocer esa enfermedad nos saltaban las alarmas y poco menos que estaban endemoniadas, extensibles a otras enfermedades mentales.

El mejor apoyo ha sido y siguiendo su familia, algo que debería ocurrir en todas las familias pero que sin embargo no sucede. Su valentía de escribir esta novela autobiográfica debe ser otro paso más hacia la inclusión social en donde seamos capaces de entender que todas y todos somos iguales, pero por suerte diferentes.

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Mucho se habla de la salud mental en los últimos años, pero la realidad nada tiene que ver.

Me explico. La sanidad pública en cuanto a psiquiatras y psicólogos son escasos. Listas de espera de dos años y con una atención de 15 minutos y psicología quizás 10 minutos más.

Eso conlleva a tener que acudir a la privada con la suerte que tengas posibilidades económicas, porque si no nos encontramos con otro problema añadido.

Existen campañas, cierto, pero ¿de qué nos sirve si no se pueden llevar a la práctica. Pero también nos encontramos con otro problema y es la adaptación curricular. Desde mi humilde opinión, y hablando desde la experiencia, dicha adaptación con niños y adolescentes supone un retraso a nivel académico, porque estar en ella significa ralentizarse con la consecuencia de ser incapaces de no ponerse al mismo nivel que sus compañeras y compañeros y eso los lleva a no poder terminar sus estudios académicos y por consiguiente frustración. Me dirán que no es cierto, con lo cual podríamos abrir un debate al respecto. Eso no quita para apoyar la adaptación curricular en niños con una discapacidad elevada tanto física como psicológica. Carol lo tiene claro, si ella puede los demás también. De hecho, está como voluntaria en diferentes centros educativos, así como asociaciones.

Es un grito a que sus vidas no les suponga estar dentro de un pozo del cual no se puede salir. A los gobiernos y cabildos, así como ayuntamientos les pido que reflexionen y pongan en la mesa como se puede llevar solucionar junto a los docentes este gravísimo problema social.

Que los chavales se vean apoyados desde el primero momento en el que se les diagnostican, y tengan las mismas posibilidades académicas, porque si no tienen la herramienta de técnicas de estudio, difícilmente será posible el poder avanzar cuando llegan ya a la ESO. Eso contando con que puedan.

Gracias a Carolina Pereyra Rosales por abrirse en canal y plasmar en una novela su experiencia. Apoyemos las campañas para la prevención de salud mental pero que sea algo real y no un dulce que se convierte en algo amargo.

No nos olvidemos, repito que todas y todos somos iguales pero diferentes.

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