La definición sencilla de la seguridad jurídica es la tranquilidad de saber y conocer cuáles son las reglas del juego durante el partido. Nada más y nada menos. Este mes ha sido muy convulso en lo que a actividad judicial se refiere, pero toda esa convulsión afecta a la esfera de lo público, de la marca España -eso sí es importante-, en la confianza de nuestras instituciones.
Lo que sí afecta al sector privado es la falta de presupuestos generales del estado, la indeterminación de la financiación de las Comunidades Autónomos, la inversión logística, la subida por enésima vez del SMI para compensar los despropósitos de la inflación, la denegación de los créditos al consumo a un 13% de los españoles por sus bajos ingresos, la nueva prórroga temporal que es más permanente que el acueducto de Segovia de la moratoria de los desahucios cuando está una persona vulnerable que no paga la renta, las zonas de bajas emisiones que obligan a cambiar la logística de transportes para los empresarios pero luego nunca se aprueban o se modifican.
En octubre publiqué la columna “El estado jurídico del cabreo”. El estado de estar cabreados cada 4 años y que nos preguntan solo para votar. ¿Cómo un empresario se centra en hacer progresar su negocio cuándo ve todo lo que pasa a su alrededor?
Es imposible abstraerse de lo público cuando lo público condiciona lo privado. Es imposible abstraerse cuando la remuneración media del funcionario está por encima de la remuneración media del sector privado. Es imposible abstraerse cuando a mitad de partido te aumentan los costes fijos a tu empresa. Es imposible planificar nuestro negocio cuando te cambian las reglas del juego a mitad del partido.
Saltaba la noticia hace dos días y el titular es que la seguridad social cambia las normas del cálculo de las pensiones de jubilación a partir de 2026 habrá dos formas de calcular la base reguladora.
El mejor momento de seguridad jurídica con un gran crecimiento fue cuando el entonces presidente en funciones Mariano Rajoy convocó las segundas elecciones y durante un gran período de tiempo no hubo reformas legales. ¡Ojalá vuelva aquél momento!
En definitiva, todo va estupendamente menos a las personas de a pie, menos el sector privado que se ve ahogado en normativa y reformas.
Todo es gastar en cosas absurdas, por cierto: ¿habéis comprado ya las balizas obligatorias para vuestros coches que sustituyen a los triángulos y sobre las que ya existen estudios que provocan mayor inseguridad en los accidentes?
