Jorge, para aquellos que aún no conocen PantallasAmigas, ¿podrías contarnos cómo surgió la iniciativa y cuál es su misión principal en el ámbito de la ciberseguridad y la protección infantil en línea?
La iniciativa surgió hace ya 20 años, en 2004, cuando desarrollamos online un proyecto educativo para adolescentes. Vimos que ocurrían cosas en el chat que ni esperábamos ni nos gustaban. Comenzamos a investigar qué ocurría con los menores en Internet en otros países donde había mayor penetración de la Red y vimos que había mucho trabajo y retos que acometer. Nuestra misión entonces fue promover un uso seguro y saludable y una ciudadanía digital responsable. Ahora podemos resumirla en impulsar la educación, la ciudadanía y el bienestar digital con un enfoque de derechos de infancia.
En un mundo donde los niños cada vez tienen más acceso a dispositivos móviles e Internet, ¿cuáles crees que son los mayores riesgos a los que se enfrentan actualmente y cómo podemos educar a los padres sobre estos peligros?
Los riesgos más graves siempre vienen de otras personas que usan esos potentes medios para hacernos daño. Así pues, el ciberbullying y el ciberacoso sexual por parte de personas adultas son los más relevantes en cuanto a consecuencias. Sin embargo, el uso abusivo y la desinformación son también grandes amenazas.
Las familias deben implicarse, tomando conciencia, informándose y remangándose. Hoy en día sobra información y recursos al respecto. Deben ponerle atención y no preocuparse en exceso pero sí ocuparse. Es fundamental dar buen ejemplo y compartir con ellos momentos de pantalla en los que poder generar influencia y complicidad.
«Los riesgos más graves siempre vienen de otras personas que usan esos potentes medios para hacernos daño»
Muchos padres se sienten abrumados por la tecnología y no saben cómo establecer límites adecuados. ¿Qué recomendaciones darías para fomentar un uso responsable y seguro de los dispositivos móviles y las redes sociales?
Si pensamos en el problema del uso abusivo, además de dar el mejor ejemplo, podíamos pensar en tres líneas de acción principales. Por un lado, establecer dinámicas en el hogar que ayuden a establecer espacios y momentos libres de tecnología. Es una práctica saludable. En segundo habría que medir de forma regular cuánto tiempo pasamos con las pantallas y qué hacemos en ese tiempo. Esto es parte de tomar conciencia. El tercer paso sería establecer unos límites que hagan sostenible y saludable ese uso que hemos medido. Existen aplicaciones de bienestar digital y de control parental que nos pueden ayudar en todo esto. Hay que añadir que el proporcionar un dispositivo autónomo, tablet o móvil, a nuestros hijos en edades precoces para ello no es un buen comienzo.
¿Cómo puede la educación formal, como las escuelas, jugar un papel en la enseñanza de la ciberseguridad y la protección en línea? ¿Qué cambios te gustaría ver en los programas educativos relacionados con este tema?
El sistema educativo se debe implicar, sin duda, pero no debemos pensar que está para reparar las conductas nocivas y los hábitos perniciosos que en ocasiones se establecen en el hogar. Creo que debe haber más comunicación con las familias en este sentido para poner en común estrategias y acciones. En los programas educativos se necesitaría dar más relevancia a esta cuestión tan importante y transversal como es no solamente usar la Red (competencias digitales, alfabetización mediática e informacional) sino también vivir en la Red (ciudadanía digital).
El ciberacoso es un problema creciente. ¿Cuáles son los pasos que deben seguir los padres si descubren que su hijo está siendo víctima de ciberacoso o, por el contrario, si es el agresor?
Es una situación muy delicada también para las familias llena de emociones como la impotencia, el desconcierto e incluso la furia. Por ello es importante, sobre todo, calmarse y actuar con mesura y prudencia. Lo primero siempre es arropar a la víctima y tener siempre presente en todo lo que se haga qué va a ser mejor para ella. En segundo lugar tratar de poner los medios, en lo personal, para reducir la victimización. Por ejemplo, revisar configuraciones de privacidad de las redes sociales, disminuir la actividad en ellas… en definitiva, reducir la exposición al daño. Al mismo tiempo, se debe de tratar de conocer cuál ha sido el alcance del acoso y, si es posible, reunir pruebas que hagan más sencilla la búsqueda de apoyos y la resolución. Por supuesto, se debe poner en conocimiento del centro educativo que es quien realmente se debe implicar en tratar de intervenir con el alumnado victimario, con quienes acosan, para analizar el caso y seguir los pasos que marque el protocolo establecido al efecto por la autoridad educativa, por la Consejería de Educación. A partir de ahí, colaborar en lo que pida el centro. No es recomendable en ningún caso realizar presunciones ni, por lo general, acudir a las familias de los acosadores sin la mediación del centro.
¿Qué herramientas o recursos tecnológicos recomendarías a los padres para ayudarles a supervisar y proteger la actividad en línea de sus hijos?
No quiero dejar de insistir en que las mejores herramientas no consisten en software. El ejemplo y el buen acompañamiento son las claves. Si es cierto que en edades tempranas podemos apoyarnos en herramientas de software que nos ayuden a que nuestras decisiones se cumplan como, por ejemplo, franjas horarias en las que es posible usar internet o determinar qué aplicaciones pueden ser descargadas. En esa categoría están las aplicaciones que tiene que ver con el bienestar digital y el control parental. No obstante, la clave está en procurar una autonomía progresiva haciendo que nuestros hijos sean consumidores conscientes y críticos de la tecnología e implicarles también en la creación de un entorno digital más amigable y solidario.
Mirando hacia el futuro, ¿cuáles crees que serán las tendencias más importantes en ciberseguridad y protección infantil en línea? ¿Cómo se están adaptando iniciativas como PantallasAmigas a estos cambios?
Más que de futuro, me atrevo a hablar del presente inmediato que indudablemente viene marcado por la Inteligencia Artificial. Desde el punto de vista de los retos, se presenta un panorama complicado en tanto que es una herramienta poderosa que, en malas manos, puede generar mucho daño. Será complicado distinguir la realidad de lo ficticio o falso, pero no solamente en cuanto a información se refiere sino también en cuanto a personas con las que interactuamos y los servicios que usamos. Por desgracia, dudo que ni las nuevas regulaciones a nivel europeo en lo relacionado a los servicios digitales o la IA puedan acotar lo suficiente este impacto. En ese sentido, desde PantallasAmigas seguimos muy de cerca la evolución de estos sistemas y sus aplicaciones, de forma que podamos ayudar a prevenir sus efectos negativos e incentivar sus oportunidades para la infancia.
