Muchos se preguntarán a santo de qué saco ahora el tema.
Pues bien, las circunstancias han hecho que tenga que estar en un hospital una vez por semana.
No hay que pensar mucho para saber (al menos quienes me conocen), que siempre suelo observar para así después poder dejar mi reflexión de todo aquello que nos debería importar.
Pero no, aquí se trata de mirar a otro lado, culpar a médicos, celadores, personal de enfermería, cocina… En fin, una larga lista de quienes están dentro de hospitales, clínicas y centros sociosanitarios.
Dijeron o, mejor dicho, dijimos que aquella pandemia nos iba a cambiar la vida y que íbamos a ser diferentes, siendo más honestos, solidarios y empáticos.
Pues no, eso ni pasó ni pasa hoy. Y es que en este país la amnesia selectiva forma parte de nuestro ADN, o al menos el de muchos.
He vivido de cerca, aunque debido a la que fue mi profesión formó parte de mi vida y de ahí el estar siempre al tanto por tener la suerte de tener amistades y familiares del gremio.
¿Recuerdan cuándo a dos enfermeras, quizás más, les rayaban el coche, los vecinos poniendo carteles para que no fuese a su casa porque les iban a contagiar?
¿Y ese personal sanitario corriendo de un lado para otro porque no daban abasto?
Al mundo se le debió olvidar que son seres humanos, con familias a quienes no pudieron ver en esa pesadilla que supuestamente debería habernos cambiado.
Pues bien. Desde que ocurrió y se “fue”, cosa que no es así porque ya forma parte de nuestro planeta, se vuelve a las andadas, insultando, tratándoles como si fuesen criados, al igual que en otros sectores que ya hablaremos de ello en otro momento.
Las quejas continuas, si tardan mucho en entrar los pacien- tes la culpa es del médico. Si las citas se posponen con- tinuamente, también. Y es que son el escudo del sistema sanitario.
Ahora me dirían que no, que la culpa es del gobierno de la nación, así como el de los autonómicos. En este caso hablo de Canarias, pero de Madrid también evidentemente.
Se nos ha olvidado que quien ya gobernaba en este país, Pedro Sánchez al igual que el autonómico Ángel Víctor Torres, sin olvidarnos del vicepresidente Román Rodríguez, les tocó bailar con el más feo. Lo recalco porque siempre se utiliza el término femenino y va a ser que yo lo pongo en masculino.
Con esto quiero decir que la Sanidad Pública es un bien preciado que nos hace estar a la cabeza. Y dejemos de desviar el tema, la sanidad pública ha sido y está siendo maltratada y los cabezas de turcos son los de siempre, los trabajadores.
Quiero que quienes lean este artículo, en caso de interesarles, miren hacia atrás a estas dos comunidades en concreto, Madrid y Canarias. De las demás no me quiero arriesgar.
Pongan los partidos políticos en una balanza, de un color o de otro. Bueno, ahora ya no es sólo azul y rojo, por este largo camino han ido naciendo otras formaciones políticas. Sean sinceros y digan quienes han protegido la sanidad pública, así como a sus trabajadores.
Sí, no se me adelanten, que ya sé que las situaciones económicas, así como el calendario laboral o los días de descanso se han convertido en una pesadilla.
Digan la verdad. Hablen desde sus experiencias como pacientes o como personal contratado.
Quien abandonó la pública para alimentar la privada, y quien arropó lo público.
Era inevitable no sacar el tema político, ya que estamos a punto de ser testigos del pistoletazo de salida.
Tenemos médicos de familia, especialistas, enfermería, personal de cocina, de lavandería, de limpieza, auxiliares, administrativos, que han terminado por abandonar e irse fuera de este país, porque aquí el futuro es incierto.
Pero no nos engañemos, esto no ha pasado desde la pandemia, viene desde mucho más atrás. De ahí la importancia de poner esa balanza.
¿Saben lo que les dije al personal sanitario cuando operaron a mi hijo?, gracias. Gracias por no borrar la sonrisa de vuestros labios, de llevar como buenamente podéis esta situación tan triste, en donde lo único que pedís es la comprensión y apoyo de familiares y pacientes.
Sí, ellas y ellos estuvieron antes de la pandemia, durante la pandemia y después de la pandemia.
Y pregúntense cuántos murieron de COVID, familiares que perdieron sin poderlos ver, amistades. O cuantos hoy en día siguen en tratamiento psiquiátrico o psicológico.
Este artículo he querido dedicárselo a ellas y ellos a quienes nos cuidan y salvan vidas.
Gracias.
